Con su debut 1000 gecs de 2019, 100 gecs fueron coronados como los máximos representantes del hyperpop, un estilo que se caracteriza precisamente por no limitarse a ningún estilo concreto, sino por exagerar las características de cada uno para formar una especie de caricatura sonora. Cuatro años después el dúo formado por Laura Les y Dylan Brady sube la apuesta haciendo honor al título de su segundo álbum, 10,000 gecs.
Para quienes crean que la primera década de los 2000 fue de las peores en cuanto a calidad musical, escuchar 10,000 gecs puede convertirse en una auténtica pesadilla. El sonido emula la compresión exagerada que se utilizaba en las producciones de entonces, y cada canción es un pastiche de algunos de los géneros que dominaban el mainstream en esos años. Todo debidamente pasado por su trituradora glitch para darle una apariencia rompedora y tirando a ratos de auto-tune para encajarlo en el contexto del pop actual.
A lo largo de sus diez canciones es muy fácil identificar en qué bandas se han inspirado, o directamente robado, para crear esta oda al mal gusto y el cachondeo. ‘Dumbest Girl Alive’ nos recibe con un riff parecido al de ‘Last Resort’ de Papa Roach, ‘757’ es puro K-pop electrónico, ‘Hollywood Baby’ nos lleva directos a Blink-182, ‘I Got My Tooth Removed’ te pone a bailar a ritmos de ska (con Josh Freese dándole a la batería); ‘The Most Wanted Person In The United States’ utiliza un sampler de Cypress Hill; ‘One Millon Dollars’ te mete en una rave en la que de repente aparece una línea de bajo que podría haber salido de una balada de los Chili Peppers, ‘Billy Knows Jamie’ suena a Limp Bizkit, y la final ‘mememe’ es una mezcla entre Aqua y No Doubt.
Como podéis imaginar las letras son igualmente absurdas con frases como «Queen of California, hot like the heat is, Got Anthony Kiedis sucking on my penis» o «Cheetos, Doritos, and Fritos, mosquitos, I’m eating burritos with Danny Devito». Lo que proponen 100 gecs es tan disparatado que depende del momento en el que lo pilles su nuevo disco puede parecerte o la mayor mierda que nunca hayas escuchado o una auténtica genialidad. O lo más probable, ambas cosas a la vez.
JORDI MEYA