Dentro de unos meses se cumplirán veinte años de Safety, Fun and Learning (In That Order), la primera referencia de la banda de Keith Murray (voz, guitarra), Chris Cain (bajo, voces) y (entonces) Michael Tapper (batería), aunque en realidad no sería hasta el mayúsculo With Love and Squalor de 2005 con el que We Are Scientists dio el salto definitivo.
La formación se quedó huérfana de batería y contaron con Andy Burrows una temporada, aunque ahora su hombre desde hace años ya sea el bueno de Keith Carne. Nada de eso ha impedido que durante los últimos quince años nos hayan presentado verdaderos himnos de fiesta, canciones redondas y melodías perfectas en mayor o menor medida. No todos los álbumes han salido igual de inspirados, pero Huffy, su último disco tras el bastante más irregular Megaplex, es un pelotazo a la altura de sus mejores trabajos.
Porque si algo ha mantenido intacto la banda durante todo este tiempo han sido su frescura y sus ganas de contagiar buen rollo.
De hecho, los últimos años pandémicos han terminado de dotar a la pareja de la tranquilidad y el tiempo necesario para redondear unas composiciones que se sienten más libres que nunca. Y, de nuevo, con Tim Wheeler (Ash) como cerebro de la grabación.
Contact High, Handshake Agreement, Just Education, Sentimental Education o Pandemonium son ya parte innegable de un repertorio y un legado pop infalible, canciones perfectas para tiempos imperfectos. Canciones que no saldrán de tu cabeza durante muchos meses y que han llegado para salvar 2021 de la mediocridad pop y para reforzar a una banda que nunca entenderé que no tenga millones de fans en todo el mundo.
Me atrevería a decir que el único borrón de un disco inmaculado son los tres minutos “de broma” de Bought Myself A Grave, curiosamente la letra más perra y elaborada del disco. “El año pasado, cuando las cosas iban bien, fui y me compré una tumba”. Genios y figuras.
MIGUEL BAIN
