A punto de cumplir las dos décadas como entidad, Körgull The Exterminator siguen siendo sinónimo de autenticidad y veneración hacia los postulados extremos de la vieja escuela. Alejados de la superficialidad y la fútil pose contemporánea, tan arraigados a ese sucio black thrash de siempre, ahora nos presentan Built To Kill para demostrar, por sexta vez en largo, que no han cambiado desde 2004.
Maticemos… Un ataque tan impetuoso, frontal y directo como en mi favorito War Of The Voivodes, por ejemplo, hace ya un tiempo que no se da de una forma tan clara, pero a cambio, en sus últimas obras hemos ganado en detalles mucho más heavies. Sin perder el rumbo, la personalidad, y mucho menos su sonido, Built To Kill es otra muestra de ello, pues este amasijo metálico de 40 minutos deja que Joe Bastard aporree sus parches cual troglodita cuando toca, para que luego aparezca un momento Voivod sin previo aviso. Las influencias de Motörhead, Sodom o la antigua realeza extrema siempre estuvieron allí, pero cada vez afloran de una manera más vistosa y reconocible.
En la apertura con ‘The Devil’s Sea’, el segundo corte más extenso del disco tras ‘Count Estruch’, ya apreciamos el intercambio de ritmos, velocidades y fraseos que mencionábamos. Tendrán más canas o patas de gallo, el hígado más castigado, pero el elemento aglutinador, infalible, sigue siendo Lilith Necrobitch y el veneno que esparce al micro. Inagotable como en el primer día, no hay quien pueda con ella.
Sin respiro arremete ‘Existential Risk’, con el bajo de Javi Bastard bien presente, y anticipa otra característica que les ha quedado especialmente guapa en este nuevo trabajo: el empalme entre canción y canción. La sensación de que, efectivamente, no hay tregua ni cambiando de tema. Arranca ‘The Nine Circles Of Hell’ y no te das ni cuenta de que estás ante otra canción.
‘Built To Kill’ es una chulada, aparca la obsesión por la velocidad momentáneamente para sacar la navaja oxidada cuando bajas las defensas, y una vez más su fusión con ‘In The Darkest Of Times’ empieza a gestar otro clásico cuando hablamos de Körgull en vivo o en estudio: el efecto ‘qué cojones está ocurriendo’. Se suceden los riffs, los solos, los apoyos vocales hooliganescos, y a partir de ahí ya el disfrute total hasta el desenlace con una ‘Exterminator’ que tensa la cuerda pendenciera hasta alcanzar el celebrado cliché, una ‘Death To Human Race’ que lo deja todo bien clarito desde su mismo título, o ‘Ritual Suicide’, que es digna de una panda de primates.
Metalurgia artesanal arcaica para carrozas, porque pasan los lustros, las modas y las payasadas, y al final sólo queda lo real.
PAU NAVARRA
