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THE DARKNESS – ‘Permission To Land… Again (20th Anniversary Edition)’

Si no es un clásico del rock del siglo XXI, muy poco le falta.

Hubo un momento hace 20 años en que, durante cinco minutos, The Darknessrecordando a unos de sus grandes héroes Kiss, fueron ‘the hottest band in the world’. Para quien no lo viviera de primera mano, seguramente esta afirmación puede sonarle a ciencia ficción, pero así fue.

Como esa especie de nave extraterrestre que preside la portada de este álbum, el cuarteto inglés parecía llegado de otro planeta. Quizás no lo hubiesen sido en 1973, pero decididamente sí lo eran en 2003. Era difícil catalogarlos. Por un lado teníamos a una banda, liderada en lo musical por el guitarra Dan Hawkins, que no escondía su amor por el hard rock clásico de Thin Lizzy, Queen o AC/DC. Pero por otro,  teníamos a su excéntrico hermano, que nada tenía que ver con los cantantes de la época. Por momentos, Justin Hawkins hacía que Freddie Mercury pareciera un frontman contenido.

Dueño de uno de los falsetes más exagerados del mundo y sin ningún tipo de pudor a la hora de lucir los modelitos más ridículos, Justin destacaba como un pavo real en medio de una escena dominada por el nu metal y las nuevas bandas de rock garajero. Sin embargo, lo que podría haber sido un chiste privado para el mercado británico -nadie acaba de saber si eran una parodia o no- acabó funcionando a escala global. El discovendió más de un millón de copias en su país, pero su onda expansiva llegó a toda Europa e incluso a Estados Unidos.

Cuesta entender cómo The Darkness pudieron conseguir ese éxito tan masivo, pero  mirado con la serenidad que proporcionan dos décadas, no se puede negar que el atractivo de Permission To Land permanece intacto: era un gran disco de rock entonces, y lo sigue siendo a día de hoy. Si no es un clásico del rock del siglo XXI, muy poco le falta.

Más allá de la locura que desató un single como ‘I Believe In A Thing Called Love’, efectivo pero ni de largo lo mejor de álbum, Permission To Land estaba plagado de momentos estelares como el riff contagioso de ‘Give It Up’, el AOR contemporáneo de ‘Growing On Me’, el power pop de ‘Friday Night’ o un medio tiempo de manual como ‘Love Is Only A Feeling’, que no solo mostraban la solvencia compositiva de The Darkness, sino también su versatilidad. Unas cualidades que volvieron plasmar dos años después en su segundo álbum One Ticket To Hell… And Back, un trabajo incluso superior en algunos aspectos a su debut, pero que pasó desapercibido.

Y es que en esos dos años habían pasado muchas cosas. El consumo de drogas y el ego de Justin Hawkins se fueron de órbita, sus directos apenas pasaban del aprobado justo y el que era su público natural, el del rock, que los miró con recelo desde el primer momento, no estaba ahí cuando el público casual que se acercó a ellos como una curiosidad, desapareció. The Darkness nunca recuperaron el esplendor de sus inicios, pero la banda ha sabido sobrevivir a su manera. Que Lady Gaga los llamara para abrieran parte de su gira mundial en 2012 o la participación de Justin en los conciertos tributo a Taylor Hawkins, constata que siguen contando con algunos aliados poderosos.

Si bien las demos y caras B incluidas en esta reedición no tienen excesivo interés, los tres conciertos que incluye, uno en el Astoria en 2003, otro grabado en Knebworth Park abriendo para Robbie Williams ese mismo años, y otro de cuando llenaron ellos solitos el Wembley Arena en 2004, sirven a la perfección para encapsular el ascenso meteórico de una banda que, todavía hoy, sigue siendo un enigma.

RICHARD ROYUELA