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JERRY CANTRELL – ‘I Want Blood’

Vuelve a acercarse a la senda tenebrosa de Alice In Chains.

Teniendo en cuenta que el retorno de Alice In Chains ha sido uno de los más brillantes que se recuerdan (y eso que tenían una papeleta difícil con la que lidiar), parecía lógico que la carrera en solitario de Jerry Cantrell hubiera quedado aparcada. A fin de cuentas, siempre es más beneficioso editar tus canciones bajo una marca mucho más grande que la tuya propia.

Inesperadamente, 2021 vio como el guitarrista volvía a publicar un nuevo álbum con su firma. Aún manteniendo ciertos sellos distintivos, Brighten trataba de poner tierra de por medio con lo que conocíamos de la banda madre recurriendo a un sonido más luminoso dentro sus posibilidades. Lo que no entraba en las quinielas de casi nadie es que tendríamos antes otro disco de Cantrell en lugar de uno de Alice, más aún cuando ya han transcurrido 6 años desde Rainier Fog.

Todavía más llamativo es comprobar como el contenido de I Want Blood, en lugar de optar por la continuidad de su predecesor, vuelve a acercarse a ese estilo dónde las guitarras pesadas, las melodías arrastradas y las armonías vocales tan marca de la casa se orientan por la senda tenebrosa de los padres de obras fundamentales del grunge como Dirt o Jar Of Flies. En otras palabras, esto podría haber sido perfectamente el cuarto álbum de la nueva etapa que los de Seattle iniciaron en 2009.

Teniendo esto en cuenta, pocas sorpresas les depararán estas nueve canciones a los ya conversos a la fé y credo de Cantrell. ‘Vilified’, ‘Off The Rails’ o ‘Let It Lie’ suenan familiares, ya que se mueven por unas cadencias opresivas en la que los riffs y punteos campan a sus anchas. Hay medios tiempos con aire melancólico como ‘Afterglow’ y la semiacústica ‘Echoes Of Laughter’ (la mejor del álbum), e incluso en algún momento Cantrell se anima a recuperar el talkbox en ‘Throw Me A Line’. Pero más allá del punto hard rockero de la titular ‘I Want Blood’ (donde encontramos a Duff McKagan de Guns N’ Roses al bajo), apenas hay nada que llame la atención. Hasta el languido cierre de ‘It Comes’ suena reiterativo, como un truco de magia  que ya has visto demasiadas veces.

Con esto no pretendo decir que I Want Blood sea un mal trabajo, sino simplemente uno que no pasa de correcto y que carece del dinamismo y la chispa que Cantrell sí fue capaz de plasmar en los álbumes de los renovados Alice In Chains durante la pasada década. Confiemos en que sus siguientes pasos los dé junto a sus compañeros porque, por mucho que él siga siendo quién manda, a veces las segundas opiniones son las que terminan por marcar la diferencia. 

GONZALO PUEBLA