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ABBATH – ‘Dread Reaver’

Amasijo insustancial e inconexo.

De un tiempo a esta parte asisto atónito a las auténticas memeces que los grandes sellos envían como notas de prensa. Muchas se han convertido en una vergonzante sucesión de falsedades y exageraciones ridículas que intentan otorgar una notoriedad casi legendaria a esa alarmante retahíla de mediocridades que últimamente no duran más de hora y media en nuestros reproductores. La que está repartiendo Season Of Mist a propósito de Dread Reaver, el tercer álbum de Abbath, alcanza lo tronchante.

Ante este amasijo insustancial e inconexo que casi ni llega a metal extremo, con fracasada voluntad de acercarse al heavy clásico y el hard rock, se atreven a afirmar lo siguiente: “Si Ace Of Spades catapultó a Motörhead a la fama y la notoriedad, entonces Dread Reaver situará a Abbath en la cima de la gigantesca pila del metal”. Y se quedan tan panchos.

No, amigos galos, no. Ni el noruego está aquí “cabalgando con fuerza hacia la gloria despiadada como el único ‘Lemmy del black metal’”, ni por asomo la producción de esta obra, a veces tan ininteligible como en ‘Myrmidon’ o ‘The Deep Unbound’, lo sitúa en un punto intermedio entre sus adorados Kiss, Manowar, Bathory, y de nuevo Motörhead.

De hecho, este sonido conseguido a los mandos por Endre Kirkesola, el propio Olve Eikemo y Dag Erik Nygaard para que Maor Appelbaum realizara el master en Los Ángeles (un tipo que no necesita presentaciones, que ha currado para Faith No More o Halford, pero que ya me explicarán qué pinta aquí…), muestra una suciedad artificial nada acertada. No es crudo a lo black escandinavo, ni ruidoso de una forma placentera. Es forzado, muy poco natural, y hasta molesto.

Ningún seguidor de Immortal debería siquiera acercarse a este disco. Me resulta imposible imaginar algo más anodino y carente de empuje y gracia que ‘The Book Of Breath’, ‘Dread Reaver’, ‘Septentrion’ o ‘Acid Haze’. Intentan ser épicas, pero sólo son monótonas, vulgares hasta límites hirientes.

Puedo sentenciar que la voz de Abbath ha dejado de existir. La que nos congeló las articulaciones en los 90, al menos. Sus labores en ‘Myrmidon’ las calificaría de patéticas, y aunque debería empezar a acostumbrarme a ‘eso’ que perpetra en ‘Scarred Core’ o ‘Dream Cull’, reconozco que no me atrae lo más mínimo. Parecen versiones suyas de saldo. Meros apaños para temas que no dan la talla, así de simple.

No podía faltar la cover. Con ella nos comemos unos minutillos de álbum, no sea que nos dé un soponcio de tanto componer, y si nos favorece el algoritmo con los streamings, mejor que mejor. En esta ocasión va con ‘Trapped Under Ice’ de Metallica, y como era de esperar, ni atrapa ni contiene hielo.

Este hombre lo ha sido todo para mí, pero ya no tengo tiempo para bufonadas, y mucho menos paciencia. A peor con cada nueva obra. Me asombra que nadie de su círculo más íntimo se atreva a decirle la verdad. Si la portada te horroriza, espera a escuchar las canciones.

PAU NAVARRA