Siete años. Siete largos años. Siete putos años. Ése el tiempo que hemos tenido que esperar para que Adrift publicaran la continuación de aquel Black Heart Bleeds Black que coronamos en el nº1 de la lista de discos nacionales en 2012. De acuerdo que por en medio hemos tenido trabajos de Toundra y de El Páramo, pero eso no se hace. Se les perdona porque quiero pensar que esta larga espera no tenía por objeto torturar a sus seguidores, sino más bien encontrar el momento y las condiciones adecuadas para que Jorge, Macón, Dani y Jaime pudieran crear, grabar y publicar su tercer álbum como querían. Y les habrá costado, pero escuchando Pure no hay duda de que lo han conseguido.
A lo largo de seis temas, Adrift ofrecen una insultante exhibición de ideas unida a una fuerza primaria de lo más rotunda. El ritmo de batería y las notas descendentes que dan inicio a ‘Pure’ captan tu atención de inmediato y piensas ‘esto suena de la hostia’. Luego llega un riff brutal y la voz blackie de Jorge que les da un toque más hiriente. A mitad del tema aparece un oasis de paz que es abrasado posteriormente por la contundencia del bajo antes de que nos rematen en los tres minutos finales sin dejar prisioneros. ¡Y eso es sólo el primer tema! ‘Mist’ ataca directamente con un riff afín a los Mastodon más brutos y se va enroscando y enroscando hasta quitarte la respiración. ‘Confluence Of Fire’ tira por el lado más post, sumergiéndonos en un pozo angustioso a lo Neurosis en unos 11 minutos espectaculares. ‘Embers’ no se queda atrás en cuanto a oscuridad, con Jorge desgañitándose angustiosamente y un desarrollo que va sosteniendo la velocidad pero crece en cada vuelta.
En ‘The Call’ tensan el alambre poco a poco antes de endosártelo por el tímpano y desembocar en un final de lo más épico y maléfico. Acojona pensar cómo va a sonar esto en directo. El disco lo cierra ‘The Walk Of Tired Death’, nueve minutos en los que edifican una catedral sonora para luego derribarla piedra a piedra y dejarte el feedback como recuerdo. Puro Adrift. Puro placer.
JORDI MEYA