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AGRICULTURE – ‘Agriculture’

Los últimos en pillar boleto para convertirse en el próximo hype extremo.

Pese a su original carácter inmovilista, no cabe duda que la escena blacker se ha postulado como la más abierta de mente en los últimos años. Ya no resulta extraño ver bandas de dicho estilo con trazas de jazz, soul o música afroamericana, y términos como blackgaze los tenemos totalmente interiorizados. Si Deafheaven lo hicieron popular vistiéndolo con gafas de pasta, Agriculture son los últimos en pillar boleto para convertirse en el próximo hype extremo.

Que lo primero en sonar de ‘The Glory Of The Ocean’ sean unas notas de pedal-steel en clave country, antes que cualquier blast beat o voz rasgada tome el protagonismo, da una idea del espíritu aperturista que vas a encontrar en su debut. Así como dos cambios de tercio totalmente inesperados dentro del tema más largo e inspirado del lote, bajando inicialmente el tempo de manera súbita para rematarlo con un par de pinceladas hardcore justo después. No menos sorprendente resulta ‘The Well’, un puente folkie de voces limpias cuya melodía se transforma cruelmente en la primera parte de ‘Look’, la triada que da forma al grueso del álbum.

Aquí es donde aparecen todos los vicios y virtudes de una banda con una imagen de lo más peculiar, que ha acuñado el término «ecstatic black metal» para describir un mundo trascendental, espiritual y metafísico, y cuyo origen se debe a las jams improvisadas de Kern Haug y Daniel Meyer-O’Keeffe, dos músicos del underground más ruidista de Los Angeles. Quizá por ello, el combo completado por Leah B. Levinson y Richard Chowenhill no solo se limita a maridar trémolos y crescendos como cualquier otro grupo de post black, sino a jugar con los silencios en ‘Look, Pt. 2’, insuflando aire a una mezcla a veces opresiva, la vanguardia con un pasaje loco de saxo en las profundidades de ‘Look, Pt. 3’ (aunque este recurso ya no resulte tan novedoso) o el noise más claustrofóbico en ‘Relier’.

Es cierto que hay momentos donde a uno le gustaría parar para contemplar mejor dichos elementos, los que al fin y al cabo dan otra dimensión a cada tema, aunque también restarían sentido al espíritu efímero que han intentado transmitir en estos 31 breves minutos. Apenas hay nada en Agriculture que no haya ido cociéndose en su escena desde hace tiempo, pero tras ese ilegible logo y un nombre ridículamente bizarro se esconde una banda que, si nada se tuerce, dará que hablar en los próximos años.

JORGE AZCONA