A propósito de la disolución de Looking For An Answer, me gustaría reflexionar sobre el hecho de que una banda cese su actividad. Y es que, a medida que pasan los años, valoro más positivamente este tipo de decisiones, siempre complicadas.

A ver, seamos sensatos, tampoco es que me mantenga frío como el hielo cuando una banda a la que admiro lo deja o no muestre síntomas de tristeza, pero tras el shock inicial, de verdad, aplaudo que una formación sea capaz de reunirse, hacer autoanálisis y decir ‘peña, hasta aquí hemos llegado, no tenemos nada más que contaros’. Porque mucha gente no es capaz de darse cuenta, pero cuando una banda desaparece, en realidad está realizando el mayor ejercicio de sinceridad que haya hecho nunca hacia sus seguidores.

Si llega un punto en que el estilo por el que tu grupo es conocido ya no te dice nada, igual lo más natural es parar máquinas. Si no soportas más al capullo de tu guitarrista o pasas de tragar con el ego de tu cantante, como ninguno nos haremos ricos con esto, lo más saludable es colgar las botas. Si estás seco, si te has quedado sin ideas o energía, si quieres hacer borrón y cuenta nueva porque consideras que ya lo has dado todo en un proyecto, oye, apaga y vámonos.

Mención especial merecen casos como el de Berri Txarrak, que están diciendo adiós en su momento de mayor popularidad. Hay que tenerlos muy bien puestos, pero qué quieren que les diga… Por mí, chapó. Unos bolos de despedida, 10.000 personas en un pabellón, y a otra cosa, mariposa. Estoy seguro que Gorka no aguantará sin sus Berri ni cinco años, pero eso ya es otra historia…

Recuerdo también cuando Lux Divina lo dejaron hace unos meses… Me encontré a su líder Norax en el último bolo de Watain en Barcelona y me comentó justo eso: que quiere hacer otras movidas musicales y que no sería justo vincular estas nuevas pulsiones con lo que la gente espera de Lux. Fantástico, de verdad. Sorpresa al principio, mi bendición después. Eso es ser consecuente, ser fiel a unos principios.

Y es que, a fin de cuentas, nadie te impide revisar la discografía de cualquier formación en casa, regocijarte en el grato recuerdo que guardas de cualquier bolo suyo o charlar largas horas sobre ella con tus colegas. Las bandas vienen y van, pero su legado perdura.

Las cosas pueden verse de forma muy distinta cuando ese grupo es tu fuente de ingresos, pero igualmente, todo tiene un principio y un final, un alfa y un omega, y lo más loable es darse cuenta de ello a tiempo, antes de arrastrar el buen nombre de un grupo por pura inercia, cabezonería o una jubilación aún más de oro.