Fede Álvarez tenía por delante una tarea casi imposible: hacer una buena película de la saga Alien. El listón estaba, aunque no lo parezca o te pueda sonar a sobrada, muy alto. A pesar de Covenant, el ultimo intento por parte de Ridley Scott, la saga goza de muy buena salud. Prometheus, de 2012, demostró que aun quedaban cosas por decir y por hacer alrededor de su mitología, y si bien el gran público no pareció estar muy de acuerdo, los paladares más peculiares disfrutaron de un festín scifi adulto sin parangón.

Siete años y una pandemia mas tarde, el director de No Respires o Evil Dead (y de la magnifica Calls, serie que estáis tardando en descubrir) y su hombre de confianza (Rodo Sayagues), junto a la imponente ayuda de Galo Olivares a la foto, presentan un nuevo episodio de la propiedad. Si, has leído bien. Episodio y propiedad.

Y es que, al igual que paso con Prey, este Alien: Romulus se siente como un contenido mas que como un largometraje cinematográfico a celebrar. Si bien es cierto que su andadura por las salas estuvo en peligro en algún momento, la decisión original era distribuir la película por las salas del mundo y continuar con la franquicia como se ha hecho desde la obra maestra original del ya lejano 1979.

No he visto Twisters, pero esto debe ser como el Twisters de Alien.

La (siempre digna) experiencia presentada por Álvarez convive entre el parque temático, los legados y la decepción. Apenas diez minutos propios de su director y la sensación de haber perdido una estupenda oportunidad de seguir avanzando en la propiedad. Con todo, lo peor es comprobar durante su tercer acto que, a lo mejor, lo que la película habría necesitado era ese tercer acto… como primero.

Al contrario de lo que pasaba en las dos últimas aportaciones de Scott, Romulus no tiene precisamente el mejor cast posible. Dentro de su reparto, apenas unos pocos arquetipos con patas, destaca el trabajo de David Jonsson, encargado de dar vida al mejor y mas importante personaje de la película.

Es una lástima, pero este esperadísimo Alien: Romulus se encuentra más cerca de la decepción que del entusiasmo y sirve por encima de todo para confirmar que aquella bendita locura que fue su cuarta entrega, Alien: Resurrección, era el tipo de secuela que realmente necesitaba la trilogía original.

KIKO VEGA