Todo el mundo sabía, empezando por el propio Matt Skiba, que su paso por Blink-182 iba a ser temporal. El día que Tom DeLonge decidiera que quería recuperar su puesto, Mark Hoppus y Travis Barker le darían una palmadita en la espalda, le agradecerían los servicios prestados y le señalarían la puerta de salida.
Así que Skiba ya hizo bien de no finiquitar a Alkaline Trio y publicar Is This Thing Cursed? en 2018, justo entre medio de los dos discos que grabó con Blink, California en 2016 y Nine en 2019. Terminada su relación con ellos, ahora llega el momento de centrarse de nuevo en su banda de siempre y ver si consigue sumar a su causa algunos seguidores de Blink que le cogieran cariño. Veo difícil que lo consiga, sobre todo porque, afortunadamente, Blood, Hair And Eyeballs no parece un disco diseñado con ese objetivo, sino más bien con el de reconectar con sus fans de toda la vida, y más teniendo en cuenta que con este los Alkaline alcanza ya la cifra redonda de diez discos de estudio.
Gracias a dios, la banda no ha decidido fichar a John Feldman para ‘modernizar’ su sonido o colaborar con algún nombre con tirón entre la chavalada para sacar rédito a su retorno, sino simplemente hacer un disco coherente con lo que han sido y lo que son. Con las canciones compuestas directamente en los estudios 606, al estilo de como hicieron sus dos primeros álbumes, y con Cameron Web como productor, este es un álbum que busca, y logra, devolvernos viejas sensaciones con una notoria vitalidad desde la inicial ‘Hot For Preacher’, cuyo único guiño a Van Halen está en el título, aunque tiene el riff de guitarra más rockero del conjunto.
Uno de los elementos claves del sonido Alkaline Trio han sido las melodías, pegadizas pero melancólicas, que les diferencia de otras bandas del género, y aquí encontramos algunas brillantes como las de ‘Meet Me’, ‘Bad Time’, ‘Broken Down I A Time Machine’ o el tema titular. Como siempre las voces de Skiba y el bajista Dan Andriano se complementan a la perfección, ofreciendo matices diferentes, pero remando en el mismo sentido como en los puentes de ‘Versions Of You’ o ‘Shake With Me’. Las letras insisten en su obsesión de utilizar metáforas de imaginaría gótica (vampiros, sangre, pesadillas…) para hablar de problemas reales como la salud mental o las matanzas por armas con su particular humor negro. Si llega el apocalipsis, al menos que nos pille sonriendo.
Tampoco hay que venirse arriba y decir que estamos ante un clásico, sin embargo presenta un buen equilibrio entre la nostalgia y la madurez de unos tipos que todavía saben sacar jugo a su fórmula. El único aspecto negativo es que el disco supone la despedida de Derek Grant como batería después de más de 20 años en la formación. Esperemos que con su sustituto, el experimentado Atom Willard (Rocket From The Crypt, Against Me!, Danko Jones…), no se pierda la magia en el futuro.
JORDI MEYA