Todo Succumb parece diseñado para que sus temas acaben confluyendo en ‘Devorador De Mundos’, la tropelía que lo cierra. Una vez allí, la institución anónima nos intimida durante más de 21 minutos, primero con un martirio que evoluciona hacia una especie de funeral doom, luego reptando sobre un cuelgue drone cuando esa percusión desaparece para, lentamente, ir poniendo en jaque nuestra paciencia… e incluso nuestra cordura. Un final perfecto para el cuarto álbum de Altarage, seguramente su obra más punk en actitud, pero más elaborada en cuanto a estructuras y cambios súbitos.
Pero vayamos por partes, porque mucho antes de eso ‘Negative Arrival’ ya nos había roto los esquemas. ¿Es que no nos tira la conexión de internet? ¿¡Tenemos el CD rayado!? Sólo los bilbaínos pueden empezar un trabajo con esos ritmos entrecortados que ponen en tela de juicio cualquier presunción de lo que debería ser una apertura de álbum, y ya no hablemos de otro parón criminal de los que tanto disfrutan. Aquéllos con los que resquebrajan sus guitarras con cuerdas como morcillas, sí… Te empalman ‘Magno Evento’ y casi ni te enteras, siendo este corte otra somanta de palos bien gorda.
Ruidera en ‘Foregone’, una producción que, de verdad, debería ser llevada ante el Tribunal de La Haya, que podría ocasionar movimientos sísmicos, e industrial a piñón para observar cómo, felizmente, una legión de terminators exterminan a la humanidad entera. Temarral, y arquitectura demoníaca también en la atroz ‘Drainage Mechanism’.
‘Watcher Witness’ tiene toda la pinta de pretender volatilizar tus altavoces, pero llegados a este punto, a mí estos malhechores no me engañan… Tras poner los ojos como platos delante de ese lapso lunático que es ‘Fair Warning’ y aguantar como un campeón la pavorosa paliza mutante de ‘Lavath’, ‘Forja’ se nos aparece como un ‘aguántame el cubata’ con todas las letras.
Lo digo en serio… Estoy seguro de que el trío estaba en el local de ensayo, alguno de ellos empezó a trastear con su instrumento para desengrasarse, y de ese par o tres de raspadas surgió el clásico ‘no hay huevos a marcarse un tema con eso’. Y aquí lo tenemos, señoras y señores, una patillada que tras abrir fuego a discreción te deja espachurrado.
Altarage han entregado su rompenucas definitivo, su álbum más trepanante y divertido de escuchar, y seguramente de perpetrar. Sucumbe, rata inmunda, sucumbe… Soberbio y radical mete-saca, iracunda gamberrada.
PAU NAVARRA