Tras la separación de Desakato, Pepo, el que fuera cantante de la banda asturiana, reactiva el proyecto que quedó aparcado durante la pandemia. En Onza nos ofrece una buena dosis de rock con influencias hardcore rodeado de buenos amigos.

Si hace unos meses hablábamos con Pablo Martínez sobre su nueva carrera como Pablo Senator, ahora le toca el turno a su hermano Pepo. Aunque Onza, banda en la que le acompañan miembros de bandas como Helltrip, Jacky Trap, One for Apocalypse, Black Horde o Sound of Silence, ya existía mientras Desakato seguía en activo, ha sido ahora cuando ha cogido un nuevo impulso.

Su segundo EP, Segundo Aliento (El Garaje Producciones), publicado a finales de noviembre del año pasado, nos devuelve a un Pepo con energías renovadas y con ganas de pasarlo bien volviendo a sus orígenes. Ah, y para cualquiera que quiera buscar roces entre los hermanos donde no los hay, cabe advertir que ha sido el propio Pablo quien se ha encargado de la producción de este trabajo en Ovni Estudios.

En noviembre lanzasteis Segundo Aliento, que no sé si lo consideras un EP, un mini álbum… En cualquier caso, ¿estáis contentos con la respuesta?
PEPO MARTÍNEZ «Bueno, no me gusta nada poner nombres a las cosas, ni a los estilos, ni nada. Pero bueno, nosotros lo llamamos un EP porque siempre lo vimos así. Estamos contentos
porque mucha gente que igual no era muy afín a lo que podíamos hacer me hizo llegar que lo había escuchado y les había gustado. Y no es gente que te lo dice por compromiso o por regalarte los oídos, sino gente que de verdad lo escuchó y le moló y dijo, ¡Joder, me parece un poco diferente a lo primero, me parece que está guay’. Así que muy contento».

¿Y más o menos cuándo empezasteis a gestar lo nuevo de Onza? Porque habíais sacado otro EP en 2019, pero ¿era un proyecto que estaba en letargo, lo tenías como algo que estaba ahí olvidado…?
«Bueno, sí, estaba un poco ahí en el letargo. La pandemia estropeó muchas cosas y a mucha gente. A nosotros nos pilló justo haciendo una gira con el primer EP. Con la pandemia se paralizó todo, luego volvimos a la nueva normalidad, esta que se llamaba, y cada uno teníamos bastantes tinglados personales y profesionales… Y justo después anunciamos la gira de Desakato y yo les dije al resto que me tenía que centrar en eso… Era un proyecto muy ambicioso, con una producción que no habíamos hecho nunca y encima con el peso de ser la última gira. Ellos le entendieron perfectamente, e incluso les planteé que buscasen a otra persona, pero me dijeron, ‘Tú tranquilo, que nosotros iremos haciendo canciones’. Y así lo hicieron. Y después de un tiempo prudencial y de pasar el luto, me dijeron ‘Vente un día por el local que te tocamos unos temas’. Y cuando llegué, vi que los temas molaban y tiramos para adelante».

¿Te duró mucho la resaca del fin de Desakato? Igual ni te habías planteado volver a hacer música a medio plazo ¿no?
«La realidad, tampoco es que fuera un pensamiento muy vehemente, pero yo había dicho en principio que no iba a hacer nada más de música. No por nada especialmente negativo, sino todo lo contrario. Yo con Desakato había hecho 20 veces más de lo que me hubiera imaginado nunca cuando tenía 16 años y empezamos a tocar de chavales. Entonces dije, ‘Bueno, pues no tengo ninguna necesidad, no tengo ningún check que poner ni nada. Viví una vida muy feliz. Conseguí profesionalizar mi pasión con mis amigos del instituto, pues no tengo tampoco nada que pedir’. Pero bueno, pasó esto, que ellos prepararon unas canciones en el local, estuvieron trabajando un montón mientras que yo estaba a otras cosas ,y cuando pasé un día por el local y escuché las canciones y me volví a juntar con ellos, volví a tener otra vez esa sensación de banda, de hacer cosas, de preparar canciones nuevas.. Me volvió a picar el gusanillo y aquí está la prueba de ello».

Me imagino que si habían ido componiendo todo este tiempo, debían tener bastantes temas. ¿Fuiste tú un poco el que seleccionaste las que grabar y las seis que saldrían publicadas?
«Sí, bueno, yo cribé las que me quedaban a mí un poco mejor para cantar o a las que les pude sacar lo que yo consideraba mejores melodías. Ahí también metió bastante mano Pablo, mi hermano, que hizo la producción. Vino al local por lo menos dos o tres ensayos antes a hacer una preproducción, a pegar una primera escucha a los temas, a intentar cambiar alguna parte, a ver si funcionaba mejor una cosa u otra, y eso también nos ayudó un poquitín a centrar lo que luego al final acabaron siendo las seis del EP».

¿Y las grabasteis todas del tirón o fueron sesiones esparcidas en el tiempo?
«Sí, grabamos todas en una semana, diez días, metidos en el Ovni, que es como mi segunda casa. Dejamos las seis hechas en la misma grabación».

¿A nivel de lo que la manera de funcionar hay mucha diferencia con Desakato? Ahí llevabais muchos años, estaba tu hermano… Aquí, aunque sois colegas de hace tiempo, no sé si es distinto, incluso en tu manera de tomártelo.
«A ver, por mi parte no. Yo solo conozco una manera de componer, que es la mía, y que es algo un poco complicado. Eso no se aprende en ninguna escuela. A ti te enseñan a ejecutar con un instrumento, a tocar blues, jazz o rock, pero nadie te enseña a componer. Es algo tan personal que por mi parte, el proceso creativo no es muy diferente. La diferencia es que estoy con otra gente que tiene otro bagaje musical, otra manera de entender las cosas, incluso otra manera de tocar y de acentuar las cosas. El mismo riff ejecutado por dos guitarristas diferentes puede tener un carácter diferente. Entonces noto pequeñas diferencias en eso. Y también en que no hay tanta presión por hacer las cosas en una fecha o llegar a ciertos objetivos. Nos la tomamos con mucha calma. Si este año sacamos el EP y funciona, guay. Si podemos tocar 10 veces, tocaremos 10, y si podemos tocar 100, tocaremos 100. Pero no tenemos ni ninguna ambición, ni ningún reto de hacer ciertas cosas, ni nos estrechamos mucho el círculo. Lo tomamos con mucha más calma».

Obviamente las comparaciones son inevitables. Da la sensación que tu hermano como Pablo Senator quería romper a nivel musical con Desakato con algo mucho más pop. En cambio creo que Onza igual puede gustar más a los fans de Desakato o les puede resultar más familiar.
«Totalmente, porque al final en Desakato estilísticamente siempre había un abanico muy amplio en cada disco, pero prácticamente en todos los discos encuentras rock and roll. Entonces, para alguien que sea seguidor de la banda, si escucha Onza, tampoco le va a extrañar mucho o no le va a distar mucho de lo que puedan ser sus gustos. Lo que hizo mi hermano es mucho más arriesgado y a mí me parece mucho más valiente por su parte. Quiero decir, lo fácil es lo mío, seguir haciendo rock and roll. La verdad, tampoco valdría para hacer otra cosa o no me veo haciendo otra cosa. No sé si yo podría pegar un giro tan radical sabiendo que las críticas me van a comer, o que va a haber un montón de gente que no lo entienda o que se sientan decepcionados. Es algo que pasa en otras facetas de la vida, pero en la música más exagerado. Si te gusta una marca y de golpe descubres que es poco ética, dejas de consumirla y ya está, pero en la música la reacción suele ser más emocional, como de traición. En la música todo el mundo quiere dar su opinión y parece que es la única válida. A mí mismo me ha pasado. Cuando era adolescente, si escuchabas punk, entonces los heavys ya eran de otra movida, y la peña del hip hop, ya ni te cuento. Yo me he perdido muchas cosas por esos prejuicios. Pero creo que la gente joven ya no los tiene tanto y escuchan cosas más eclécticas. Los que vamos para ‘señoros’ tenemos que aprender de los jóvenes. Seguramente el sector más joven de Desakato es el que más pueda entender lo que hace mi hermano».

De todas maneras, ¿cuál fue tu primera reacción cuando escuchaste su disco por primera vez? Más allá de pensar qué valiente, tu reacción instintiva, ¿cuál fue?
«A mí no me sorprendió mucho porque, claro, yo convivo muchísimo con mi hermano. Entonces, soy consciente de la música que él escucha a diario desde hace años. Yo soy consciente de las producciones que él está haciendo en su estudio con peña que hace otras movidas totalmente diferentes, música de otras escenas. Y yo, sobre todo, conozco a la mayoría de gente que hizo el grupo con él, incluso Manuel Cabezalí nos produjo el último disco de Desakato, entonces me podía esperar algo así y, aun así, me sorprendió el disco para bien. Sí, sí, me acuerdo que le dije: ‘Bien, Pablo, está de puta madre’. O sea, tú puedes decir que te molan más o menos, pero el disco está muy bien y tocan en directo. Yo hace poco fui a currar con ellos un día cuando hicieron el concierto de Barcelona. Fui a echarles una mano y en la prueba estuve viéndolos tocar y estaba flipando. Y mira que estoy acostumbrado a ver bandas que tocan muy bien y que suenan muy bien. O sea que ya te digo yo que estos en cuatro días se comen en directo a cualquier grupo indie que esté por ahí rulando».

También hubiese sido extraño si de golpe tanto tu hermano como tú hubierais sacado dos discos que eran clavados a Desakato. La gente hubiera dicho, ¿y para qué se han separado si hacen lo mismo?
«Es que no tendría sentido, no tendría sentido para nada. O sea, si nos ponemos a hacer otra movida o si hubiéramos hecho otra movida él y yo juntos, no tendría sentido porque es que además el final de Desakato no fue porque tuviéramos ningún problema, ni porque hubiéramos acabado mal, ni porque nos lleváramos mal, ni nada. Fue un fin de ciclo que cerramos de una manera súper familiar, súper orgánica y, claro, yo mismamente también lo diría: ‘Oye, ¿para qué cojones dejamos Desakato? Ya estábamos posicionados, ya teníamos nuestro trabajo más o menos asegurado con nuestra gente de confianza con la que curramos y tal. ¿Vamos a empezar ahora a picar piedra, a volver a empezar de cero a lo tonto?’. No tendría sentido, ¿no?».

¿Y cómo llevas precisamente eso de, entre comillas, empezar de cero? Porque no sé si es más duro no salir nunca del circuito underground y que esa sea tu realidad, o pensar en lo que conseguiste con Desakato y sentir que vuelves hacia atrás.
«A mí tampoco me duelen prendas porque, de hecho, una de las cosas que echaba un poco de menos cuando se profesionalizó tanto Desakato era lo que tengo ahora con Onza: subirte en una furgoneta con unos colegas, pasarlo bien y a lo que salga, un poco a la aventura. Hostia, vamos con los amplis que nos dejan los colegas de allí, igual dormiremos en casa de los colgados porque no tenemos pasta para pagar el hotel. Eso es un poco más divertido. Cuando te profesionalizas mucho se vuelve un poco diferente. Hubo algún fin de semana con Desakato, de esos de veranos de pegarnos muchos fines de semana seguidos, tocando jueves, viernes y sábado que te subías a la furgo diciendo: ‘Bueno, pues a ver si pasa rápido, que tengo ganas de llegar a mi casa y ver una peli’«.

Vaya…
«Sí, fue una de las cosas que se puso encima de la mesa cuando tomamos la decisión de dejarlo. Chicos, nosotros nos subíamos a la furgoneta siempre con una ambición y unas ganas de pasarlo guay. No puede ser que esto haya sido… que esto se convierta en un curro de oficina, porque pierde mucho encanto. Entonces, Onza hizo que recuperara un pelín esa magia, esa chispa del principio. Por eso no me importa cargar amplis otra vez y tener que montar baterías y preocuparme yo de si el telón está colgado o no. En los últimos años de Desakato nos llevaban como a niños tontos, porque el equipo de curro que llevábamos era brutal y no nos dejaban hacer absolutamente nada. Nos llevaban como a chiquillos: ‘Ala, pósate aquí y mira, tienes todo montado, micro y a cantar’. Entonces no… a mí no me pesa, vamos, no me pesa porque recuperé un poco de ilusión otra vez por la música».

Hace no mucho entrevistaba a Álvaro Benito, que aparte de Pignoise tiene otra banda que se llama Chicle, y me contaba un poco lo mismo. Es curioso porque te tiras toda la vida luchando para conseguir algo y al final cuando lo tienes, casi añoras lo que tenías al principio. Es la contradicción humana.
«Es como el césped siempre está más verde en el prado del vecino. Es como que la gente que tiene el pelo rizado dice: ‘Ay, qué envidia, qué pelo liso tienes’. Y el de pelo liso te dice: ‘Ay, tus rizos’. Pero las dos cosas tienen su parte buena. Está guay haber vivido las dos experiencias. El problema es la gente que no vivió el underground y de repente saca cuatro canciones y pega un pelotazo, y entonces cree que la música es eso, que es estar a ese nivel. Y esa gente cuando se desinfla y tiene que volver a empezar de cero es la que lo pasa mal. Pero si empezaste de cero con 20 proyectos diferentes y estás cansado de picar piedra, sabes lo que hay, y no te duele tanto porque ya sabes cuál es tu camino. Yo sé lo que quiero hacer con Onza, sé lo que no tengo que hacer porque ya cometí muchos errores y simplemente disfruto de la parte buena que tiene».

Dado que obviamente no imaginabais lo lejos que llegaría Desakato, ¿crees que te puede volver a pasar? Que de golpe, Onza, de aquí a unos años lo pete…
«No lo sé, no lo sé porque ya te digo, con Desakato no acerté. No hubiera apostado por nosotros nunca jamás en la vida. Entonces, creo que no soy muy bueno para eso. Pero bueno, mira, ojalá. Ojalá que vuelva a llegar al nivel que estuvimos con Desakato, porque significará que volverá a profesionalizarse un proyecto con mis amigos, significará que tendré un montón de colegas currando conmigo, que se van a poder ganar la vida también yendo conmigo a tocar los fines de semana, que nos lo pasamos de la hostia. Y ojalá que me vuelva a cansar y tenga que volver a empezar de cero».

¿Empezar otra banda?
«Sí, sí. Y la empezaría con más ilusión todavía, seguro».

JORDI MEYA