La nueva ola de raw black metal catalana alcanza su cenit con Tenebres I Foscúria, el tercer álbum de Amargor. Una obra crepitante, que no tiene piedad alguna con sus oyentes, y que increíblemente ataca de una forma tan ruidosa como nítida, pudiendo discernir cada uno de los instrumentos con total precisión.
M.W. ha descubierto al micro su registro más cercano a los anfibios, a las ranas nauseabundas del palo Dagon de Inquisition o ese joven y lejano Abbath, y aporreando la batería sin compasión, arremete con furia y pesar a través de la lírica habitual. El ambiente es malsano, lúgubre, insalubre. Dioses, ¿escuchas esa guitarra en el parón de ‘Raig Roent D’Un Pensament Ofegat’? Ese lo-fi es un banquete nupcial, esto es con lo que soñaban Les Légions Noires; Vlad Tepes si supieran tocar.
Y el álbum va a más y más con la agresión y su negrura, consiguiendo ‘Ossi Odi Infernal’ que firmes un armisticio ante este largo. Qué bien le sientan esos contados teclados que de vez en cuando le dan al disco un aire todavía más inquietante y fantasmal. Imagino que no faltó el própolis tras registrar esas voces.
La cordura es lo siguiente en marcharse con ‘Tenebres I Foscúria’, seguramente allanando el terreno a unas finales ‘Psalm I (Retro Nativitate)’ y ‘Psalm II (Ignis Circularis Porta)’ que se enmarcan casi en lo experimental. Una vez más, qué horror lo de las seis cuerdas, no me puede gustar más una ‘producción’. El barcelonés a ratos se disfraza de esos Mayhem que se mean en lo establecido, con Attila jugueteando con su garganta a placer.
El chaval flipado por Black Cilice, Wampyric Rites o lo primero de Lamp Of Murmuur ha muerto. Para M.W. esto es un enorme paso adelante en todos los sentidos. En realidad encasillar Tenebres I Foscúria dentro del raw es no hacerle justicia al disco, porque el verdadero black metal debería crujir siempre como esta obra. El auténtico sonido necro.
PAU NAVARRA
