Si lo nuevo de Amenra te suena más como la banda sonora de un ritual que como un disco en sí, es porque eso es exactamente lo que es. El colectivo belga rompe con la numeración que hasta ahora había seguido su discografía, y en lugar de la séptima entrega de Mass, nos ofrece este De Doorn que recoge cinco composiciones creadas para dos performances vinculadas a artistas plásticos.
Eso explica por qué la cadencia del álbum es distinta a la de sus obras anteriores, dando un mayor protagonismo a los pasajes ambientales y unas estructuras más abstractas. No es que antes no hubieran explorado esos registros, pero aquí han profundizado más en esa faceta para favorecer el dramatismo que los espectáculos a los que iban asociados requerían. El otro cambio más llamativo es que han dejado el inglés para cantar en flamenco, su lengua materna, algo que se aprecia sobre todo en los versos recitados, si bien cuando Colin H. Van Eeckhout se pone a gritar tampoco es que importe demasiado.
Y es que si bien De Doorn (La Espina) es un álbum algo singular, quien haya seguido su carrera encontrará muchos de los elementos que les han llevado a convertirse en una de las bandas más respetadas dentro del metal vanguardista europeo. Por si alguien lo dudaba, esos extensos momentos de calma no hacen sino anticipar, y enfatizar, los que la banda incorpora sus estallidos de decibelios.
Los diez minutos del primer corte, ‘Ogentroost’, sientan las bases de lo que encontraremos a lo largo de un disco que, en cierto modo, se asemeja bastante a lo que uno experimenta cuando ve a la banda en directo. Es también en él, donde apreciamos por primera vez la voz de Caro Tanghe de Oathbreaker, cuya presencia es una constante en el todo el álbum. A ratos aportando un aire fantasmagórico, y en otros como en ‘De Evenmens’ o ‘Het Gloren’ desgañitándose con toda la rabia de la que es capaz. Que es mucha.
Como otros grupos que pueden moverse en coordenadas similares, desde Neurosis a Isis, las obras Amenra buscan que el oyente tenga una experiencia sensorial, más que disfrutar de una canción en concreto, y De Doorn consigue totalmente ese objetivo. Escuchándolo, sentirás como el viento sopla en tu cara, como el frío invade tus extremidades, una quemadura en el pecho, gotas de sudor en la espalda, un escalofrío en la nunca… A menudo se usa la palabra catarsis con cierta ligereza para hablar de música, pero como queda patente en el último corte, ‘Voor Immer’, no hay un término mejor para definir lo que Amenra ejecutan, una vez más, de manera brillante.
JORDI MEYA