El público, la gran masa mainstream del metal, le está mandando un mensaje claro y peligroso a los nuevos dominadores de la escena: cuanto menos innovéis, cuanto menos arriesguéis en vuestras obras, más responderemos y llenaremos vuestras salas.
Y es que, exceptuando a Ghost, que guste o no se la siguen jugando en cada álbum, para algunos empieza a ser muy tedioso diseccionar los trabajos de Sabaton, Volbeat o Amon Amarth. Tienen su fórmula afianzada, la vomitan cuando se pasa por el estudio, y a por el directo, que total parece que sólo necesiten un par de singles efectivos para vender miles de camisetas.
De acuerdo, a Amon Amarth no podemos exigirles unos …And Justice For All, Turbo o Somewhere In Time (más que nada, porque están a miles de años luz de ese nivel), pero sí que dentro de su receta particular, que algún tema vuelva a golpearnos aquí dentro como lo hicieron ‘The Fate Of Norns’, ‘Cry Of The Black Birds’ o ‘Twilight Of The Thunder God’, por citar sólo algunas de las canciones que más me han tocado la patata durante su carrera.
En lugar de eso hace ya demasiado que tenemos este heavy metal con guturales que a fin de cuentas es lo que menos me molesta de los suecos ahora mismo, algunos destellos de calidad a lo largo de nueve cortes, y la colaboración de turno. Por si te lo preguntas, sí, lo logra en la prórroga, pero sí: este The Great Heathen Army es superior al anodino Berserker.
Esa campana que apuntilla ‘Get In The Ring’ da muestras de que, dentro del inmovilismo de los escandinavos, en lo único en lo que van a ahondar hoy en día es en el detallismo dentro de los temas, esos punteados y el sonido, aunando fuerzas con Andy Sneap… de Judas Priest.
En realidad Amon Amarth pueden contentarnos fácilmente, como con ese riff ultra sencillo y ese estribillo algo contagioso de ‘Heidrun’, la batería molona de Jocke Wallgren y lo que Johan Hegg se ha sacado de la chistera en ‘Find A Way Or Make One’, el flipe norteño de ‘Dawn Of Norsemen’… pero es exiguo, camaradas, demasiado poco para justificar logos tan grandes en los festivales.
El invitado en un corte que se llama ‘Saxons And Vikings’ sólo podría ser Biff Byford, y juntos logran coronar uno de los picos más excitantes de su nuevo álbum. No llega a esa ‘A Dream That Cannot Be’ con Doro, pero cuidadito con ella.
Lo jodido es que no es que estas canciones sean deplorables, o que se les haya olvidado tocar o dar caña como en ‘Oden Owns You All’… No, es que emocionan en cuentagotas, compositivamente están aletargados, y sus discos actuales pasan sin pena ni gloria por nuestros equipos.
PAU NAVARRA