Amorphis tenían por delante el reto mayúsculo de superar su anterior Queen Of Time (2018), en mi opinión, el culmen de su carrera. Algo muy, muy complicado, y que no han conseguido del todo. Vayamos por partes…
Su decimocuarto trabajo de estudio arranca con la poderosa ‘Northwards’, donde se repite la fórmula que tanto les ha funcionado a lo largo de su trayectoria. O lo que es lo mismo, melodía inicial que se repite en el estribillo, una buena combinación de teclados y guitarras, y el juego entre voces guturales y melódicas. Nada nuevo bajo el sol.
Ahora bien, si en su anterior entrega todas las piezas encajaban a la perfección (de hecho es un disco que suelo escuchar a menudo todavía y sigue siendo genial), en éste, en algunos momentos se hace un poco pesado. Algo que no me había pasado con ellos hasta ahora.
Los siguientes cortes son ‘On The Dark Waters’ y ‘The Moon’, que fueron los singles escogidos para promocionar el álbum antes de su lanzamiento y que, sinceramente, me parecen bastante anodinos. En cambio, ‘Windmane’ sí que logra acercarse a los mejores temas de Amorphis gracias a esa melodía arábiga que se combina a la perfección en el estribillo con la espléndida voz de Tomi Joutsen. El acelerón final con los solos la convierte en mi favorita de Halo, y de aquí al final podemos encontrar otras canciones destacadas como ‘A New Land’ o ‘When The Gods Came’, que tienen el sello característico de la formación y que no desentonarían en ninguno de sus trabajos más viejos.
Sin embargo a partir de aquí el disco va decayendo y se hace repetitivo por momentos hasta llegar a una insulsa balada como ‘My Name Is Night’.
En definitiva, Halo es un notable álbum, pero que no llega al cénit del grandioso Queen Of Time, y eso hace que se quede un peldaño por debajo. Nada que reprochar a los finlandeses porque estoy seguro que aún tienen grandes momentos que regalarnos tal y como han demostrado en buena parte de este disco. Si mantienen a este nivel en el futuro, podemos darnos con un canto en los dientes.
KARLES SASTRE