Cuatro temas para un cuarto álbum cuatro años después de Cranial Obsession. Si no fuera porque delante tenemos al obtuso dueto de maníacos que obedece al nombre de Anatomia, uno podría pensar que la numerología black metalera ha hecho acto de presencia… Pero no, camaradas, nada de eso. La infamia y la corrupción siguen siendo lo único que guía a estos nipones, que por fin se han dignado a eructar otro disco tras la casi obligada ristra de splits, demos y demás guarrerías que se suceden entre largo y largo.
Más movidita que en anteriores envites, la pestilente ‘Dismemberment’ nos arroja a la cara un aliento tumefacto que ni morreándonos con una momia recién despertada del largo sueño. Ah, y cuando oigas esa voz, esa malevolencia que ni Funebrarum… Entonces sabrás que estás en el lugar y el momento adecuado. Con ella nos llevan hasta los primeros Autopsy como mínimo.
Aires de sludge para abrir ‘Slime Of Putrescence’, que poco después transita por una vil e inmunda ciénaga digna de Encoffination. Tranquilo, pues es larga, y su death doom tiene tiempo para encabronarse, despejar completamente las vías nasales ante el micro, y volver después para arrancarte los intestinos con una lentitud leprosa que no le deseo ni a mi peor enemigo.
Cuánto daño neuronal pueden causar esa cadencia ‘melódica’ tan bien metida y cantos semi-gregorianos de ‘Despaired Void’. El tercer corte es una pesadilla, un vórtice que absorbe todo el oxígeno y no te deja respirar. Una aberración oscurísima que no debería tener cabida en esta dimensión… o eso opinas antes de que los más de 21 insoportables minutos de ‘Mortem’ te estrangulen entre visiones de horror y paranoias truculentas.
Ésta es la clase de espanto que le pido a la vida. Habría celebrado enfrentarme a una canción más, aunque lo tengo claro: el repulsivo Corporeal Torment es un monumento a la depravación humana.
PAU NAVARRA