Es posible que, como me pasa a mí, Tom DeLonge sea tu miembro menos favorito de la formación clásica de Blink-182. Hasta pueda que te caiga mal por sus delirios de grandeza. Pero no es menos cierto que si Blink lograron evolucionar musicalmente en el homónimo de 2003, fue en gran parte gracias a él.
Aun así, desde que empezara Angels & Airwaves en 2005 tampoco es que haya creado ninguna obra maestra, y si bien Lifeforms tampoco lo es, tengo que reconocer que lo he disfrutado bastante más de lo que esperaba. Si en sus trabajos anteriores, parecía que quisiera seguir la estela de U2 y todo estaba impregnado de un tono demasiado solemne, su sexto álbum recupera un punto de frescura y hasta diversión. DeLonge sigue utilizando sonidos que proporcionan al grupo ese toque futurista tan acorde a su interés por el espacio y los OVNIS, pero aquí ha logrado canalizarlos en canciones más directas.
Lo curioso es que a pesar de esa visión futurista, sus referencias musicales vengan en esta ocasión mayoritariamente desde el pasado, en concreto de los 80. Por ejemplo, ‘Spellbound’ parece totalmente inspirada en Depeche Mode, aunque su melodía la acerque más a Brand New, el sintetizador de ‘Euphoria’ parece sampleado de ‘Tom Swayer’ de Rush; la animada ‘No More Guns’ suena como un cruce entre Buzzcocks y Devo, y las guitarras de ‘Automatic’ le deben muchísimo a The Cure. Al menos, el propio DeLonge reconocía en la entrevista que publicamos que Lifeforms era un homenaje a las bandas con las que había crecido, así que al menos no ha intentado darnos gato por liebre.
Otros temas destacables son la muy pegadiza ‘Rebel Girl’ con un estribillo que podrían haber firmado Blink, la más intensa ‘Losing My Mind’, o ‘Kiss And Tell’ que suena más a los AVA de siempre. Lo dicho, no es un disco perfecto (‘A Fire In A Nameless Town’ es bastante tostón), pero si le das una oportunidad es muy posible que el conjunto te sorprenda positivamente. Ah, y hasta parece que DeLonge se ha sacado la pinza de la nariz en algunos temas para cantar.
MARTA PUIG