Todos conocemos a gente que, como Joey DeMaio, sólo van a joder. Personas que no lo pueden evitar, por lo que todas y cada una de sus decisiones son perjudiciales para el prójimo. Y luego, no penséis que no hay formaciones de esa misma índole… Un caso clarísimo es el de Antediluvian, un grupo cuya música sólo parece ideada para que le des al ‘stop’.
Exacto, eso mismo. Para que te rindas, para que admitas que son demasiado para ti. Que te viniste arriba, y que lo sientes, bajes la cabeza y farfulles entre dientes que es preferible pasar a mejores cosas. Y eso que este tercer álbum puede que sea el más digerible de su trayectoria, pese a su naturaleza anárquica, experimental, abstracta, atmosférica… y pirada.
Así, ocho años después del impronunciable y abominable λόγος, los canadienses están de vuelta con un largo y lo vas a sufrir con creces. Sumidos en una especie de orgía sadomasoquista, mística y blasfema, el noise y los sintetizadores de ‘Obscene Pornography Manifests In The Divine Universal Consciousness’ ya anuncian que no hay vuelta atrás. Estamos hablando de un combo con Haasiophis de Black Death Cult o Revenge como guitarrista y cantante, y que ha vuelto a contar con Aedh Zugna (Solar Winds, Allfather), aunque ahora como bajista, así que no te sorprendas si este negro plutonio te pulveriza, esparciendo tus cenizas por un cosmos al que se la sudas.
Haasiophis también tocó en directo con Conqueror, y también se nota. Aunque no todo sean blasts en esta obra, Ross Bay está bien presente, pero lo realmente interesante son todas esas capas y capas de voces repudiables, y crueles, caso de ‘How The Watchers Granted The Humans Sex Magick In The Primordial Aeon’, además de ruidos y ambientaciones irreflexivas entre minutajes desmedidos. ¡El disco dura más de una hora!
¿Pero qué es ‘All Along The Sigils Deep’? ¿Alguien me puede explicar qué diablos hace Mars Sekhmet a la batería y si se puede replicar eso en directo? Bah, qué importa… Total, sobre las tablas de un Never Surrender tampoco nos íbamos a enterar de nada… Inexplicable qué ocurre en ‘Guardians Of The Liminal’ o en las desconcertantes y empalmadas ‘Temple Prostitute’ y ‘Circumcision Covenant’.
Un título definitivo y definitorio para un trabajo despreciable, bárbaro… y buenísimo. The Divine Punishment, claro que sí. Si estos tres cometieran un crimen, este álbum serviría de prueba para alegar enajenación transitoria.
Lo dicho: jodedores profesionales al nivel de la Agencia Tributaria. Puro bestialismo más allá de la maldad.
PAU NAVARRA