Hay bandas que tocan death doom, y luego hay otras que lo subliman. En su tercer álbum, los aragoneses Ataraxy logran alcanzar la perfección en el estilo en varios momentos, justificando el culto que reciben y las ganas que se tenía de volver a ser sepultados por su metal mórbido.
Grabado por Javi Félez en Moontower Studios y masterizado en los Priory Recording Studios de Greg Chandler, también conocido por sus labores en Esoteric, el sonido de The Last Mirror es simple y llanamente el que debe ser. Ésta es la producción ejemplar en un disco de estas características, la que mandan los cánones.
El secreto de esta obra reside en los cuidadosos arreglos de guitarra y teclado que, sutil y constantemente, te obligan a asomarte al abismo cuando éstos emergen desde una segunda, incluso tercera línea. Puede que a veces sea mucho más pronunciado, como en ‘Decline’. De cualquier forma, es un efecto devastador y semejante al que ocasiona en tu psique ‘Rødt Dødt Kød’ de Undergang, aunque en el caso de los maños, ampliado al álbum entero y como si lo ejecutaran unos Asphyx de etiqueta.
Ciertamente la instrumental ‘Presages’ es un aviso de la fatalidad y la pesadumbre que nos invadirá a continuación. En ‘The Bell That Constantly Sounds’ percibirás el pútrido aliento de la muerte, reclamando tu alma a la hora convenida. Es el segundo corte de The Last Mirror y durante sus casi 9 minutos, da buena muestra de la extraordinaria maestría del cuarteto.
¿Es un Hammond lo que a ratos atisbo en ‘Visions Of Absence’ o la final ‘A Mirror Reflects Our Fate’? La cuestión es que este disco está trabajado a conciencia, y que sin duda ha triunfado en ese afán de trasladar al oyente ambientaciones de puro horror, eminentemente necróticas. Además, cuando ‘Under The Cypress Shadow’ se acelera puedes también intuir que aquí tenemos a un guitarra de Amnion/Cryptic Wanderings, y que también tocó en directo para Empty.
Atrapa, para nada baja la intensidad. Te sume en un trance que incrementa tus capacidades cognitivas, sorteando lo mundano hasta alcanzar el Más Allá, donde nada respira y sólo se atisba pesadilla, moho, y abatimiento.
PAU NAVARRA