¿Qué será lo que nos atrae de las cosas asquerosas? Reventar un grano de pus, levantarte una costra, remover una mierda con un palo… Sea lo que sea, es lo mismo que nos impulsa a escuchar un nuevo disco de Barbarian Swords: sabemos que no será una experiencia agradable, pero aún así, no podemos resistirnos.
Seis meses después de publicar Anti-Dogma Megaforce, el cuarteto catalán arremete con la segunda tanda del material que grabaron en el verano de 2022 junto a Javi Félez (Deströyer 666, Teitanblood, Graveyard) en Moontower Studios. Ignoro el motivo que les llevó a dividirlo en dos lanzamientos distintos, pero se agradece: haberlo digerido todo de golpe hubiese supuesto un desafío excesivo. También queda claro, una vez escuchados ambos, es que si en el anterior sacaron su espíritu más punk, aquí recuperan algo del doom black de sus inicios.
La realidad es que toquen más rápido o más lento, Barbarian Swords resultan igual de devastadores, pero haber rebajado unas cuantas marchas en estas seis piezas permite que las atmósferas, densas y descarnadas, adquieran más protagonismo y épica. Como si fueran sinfonías malditas, cada músico ejecuta sus partes para que se complementen a la perfección con el resto, pero, a la vez, sonando totalmente espontáneas, como si se estuviesen creando en el momento en el fondo de un pozo.
Aunque operen como conjunto, es inevitable citar la excelente labor de Uretra (Onirophagus) a la batería, manteniendo el pulso en todo momento y haciendo que cada golpe de caja te caiga como un martillo en los pasajes más doom de ‘Tandecrus, Smash!!’ o ‘Even Brave Men Fear Death’ o haciéndote temblar con los redobles de ‘Six Feet Of Justice’ con una segunda parte más heavy. Y cómo no, también hay que mencionar las voces de Von Päx, indescifrables, corrosivas y realmente demoníacas; como escuchar un exorcismo en directo.
Pese a tanta maldad sónica, igual hasta les da rabia, pero en momentos como ‘Not Even Light’, cuando los teclados de J.Pnzr se funden con la guitarra de Steamroller, Barbarian Swords consiguen algo parecido a la belleza cruzando esa fina línea que separa el dolor del placer, la majestuosidad del horror.
JORDI MEYA