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BARONESS – ‘STONE’

Un álbum descompensado en muchos de los puntos que anteriormente suponían varias de sus fortalezas.

Si ha habido una norma a la que Baroness se han agarrado con uñas y dientes a lo largo de sus 20 años de existencia, esa ha sido la de mantenerse fieles a su instinto creativo. A pesar de que su evolución ha seguido pasos similares a los de muchas bandas de sludge nacidas durante la primera década del nuevo milenio, transitando hacia sonoridades más melódicas y progresivas, la cuadrilla de John Baizley siempre se ha esforzado por remarcar una personalidad diferente a la de sus compañeros de clase.

Un camino que no ha estado exento de críticas por parte de quienes no terminaron de recibir de buen grado cada nueva entrega del combo de Savannah. Bien por alejarse de la agresividad de sus inicios al tiempo que abrazaban un formato más accesible, o por producciones tan cuestionadas como la de Gold & Grey, con la que pusieron punto y final a su particular saga cromática. En cualquier caso, tal y como nos confesó el propio John Baizley en la entrevista que publicamos hace unos días, ahora era el momento de abrir un nuevo capítulo dentro de la carrera de la banda, pero sin olvidar todo lo aprendido.

Por eso mismo, STONE se antoja como una primera piedra que esconde rasgos familiares combinados con alguna que otra novedad. El problema es que, lejos de transmitir sensaciones de renovación, nos muestra a una banda más bien apagada, entregando un álbum descompensado en muchos de los puntos que anteriormente suponían varias de sus fortalezas.

Por primera vez han sido ellos mismos quienes se han hecho cargo de la grabación. Y no es necesariamente por ello, pero de entrada ya se agradece que la producción no esté tan saturada como ocurría en Gold & Grey. Sea por querer cambiar de enfoque sonoro o rectificar respecto a aquel, en ‘Last Word’ se nota una predisposición más aguerrida e incisiva cercana a Purple. Incluso el experimento con el spoken word de ‘Beneath The Rose’ llega a funcionar, exhibiendo la envidiable pegada de Sebastian Thomson a las baquetas y haciendo que el tema avance gracias a su empuje.

Sin embargo, ese arranque prometedor se irá viendo truncado poco a poco. Primero por la experimental ‘Choir’, que vuelve a insistir en los fraseos recitados sobre una pieza ambiental tan inquietante como confusa, y el interludio acústico ‘The Dirge’, donde que recuerdan brevemente a unos Weezer lo-fi. Son detalles interesantes, pero no ayudan a que el álbum tome impulso. Al contrario, da la impresión de que le cueste arrancar.

Es así como llegamos a un ecuador tras el que sigue una ‘Anodyne’ que se esmera en hacer honor a su título. Apenas el juego de guitarras dobladas y acústicas aporta algo de vida a un corte un tanto plano y poco llamativo. Con tres piezas de generosa duración, el tramo final debería ser clave para la remontada. Pero ni por esas. ‘Magnolia’ y ‘Under The Wheel’ apuestan por su cara más férrea y pesada, careciendo de la magia, profundidad y emoción de algunas de las mejoras canciones que han cosechado sobre este terreno. Tan solo ‘Shine’ llega a destacar ligeramente por encima, pero ni por asomo se acerca a la grandeza de títulos clásicos como ‘Isak’, ‘Chlorine & Wine’, ‘Eula’ o tan siquiera ‘Cold-Blooded Angels’.¡

Mientras se despiden con la acústica ‘Bloom’ en la que desarrollan la melodía de la introductoria ‘Embers’ (curiosamente aquí la combinación de las voces de Baizley y la guitarrista Gina Gleason transmite más que en cualquiera de los cortes previos), uno se queda reflexionando acerca del balance tan pobre que deja el álbum. Del mismo modo que ocurre con la portada, los elementos que siempre han hecho reconocibles a Baroness siguen presentes. Es innegable que hay algunos destellos característicos , pero no se concretan en grandes canciones dentro de un trabajo que funciona a base de pequeños chispazos sin lograr que llegues a conectar con él del todo.

Me duele decirlo tratándose de una formación de la que he llegado a disfrutar tanto, pero a título personal debo situar a STONE como una de las grandes decepciones del presente curso. Si este es el primer episodio de una nueva aventura, Baizley y compañía tienen mucho que mejorar de cara al futuro.

GONZALO PUEBLA