Puede que la depresión que padece Caleb Shomo desde hace años le haya llevado por el camino de la amargura, pero desde luego ha sabido cómo sacarle provecho. Como índica el título de su tercer álbum, su enfermedad es la protagonista absoluta de esta docena de canciones en las que el vocalista relata sin embudos la lucha interna que sufre.
Lo que resulta curioso –o sospechoso, si eres mal pensado- es que Shomo logre canalizarla a través de una música que cada vez suena más accesible. Cierto es que las guitarras suenan duras, y tienen un punto de agresividad que a veces se echa de menos en bandas afines, pero al mismo tiempo se nota que muchos temas están pensados con una visión comercial. Tomemos como ejemplo ‘You Never Know’, ‘Afterall’ o las poperas ‘Believe’ y ‘Clever’ suficientemente melódicas como para llegar a un gran público. En general, casi todos los estribillos aspiran a ser más grandes que la vida, con unos coros multiplicados que refuerzan su impacto.
Lo cual no significa que la banda de Ohio -que una vez más se presenta con una formación renovada con la incorporación del guitarrista Zach Huston (ex From Moths To Flames)- no sepa meter caña presentando riffs un poco thrashers (‘Used And Abused’) y algún breakdown poderoso. Quizá por esa combinación, Disease me ha recordado bastante al último disco de Stone Sour, Hydrograd. Por ahí van los tiros.
DAVID GARCELL