Hay que empezar a diferenciar claramente a los Behemoth pre y post The Satanist. El triunfo sobre la leucemia nos dejó a un Nergal nuevo, renovado, a una persona más decidida que nunca a ser ella misma, por encima de poses oscuras impostadas y declaraciones trilladas. Rendida al individualismo, aunque eso le llevara a ser jurado en La Voz de Polonia, pasearse con gorras planas o a mostrar sus técnicas de yoga en las redes. Y yo me pregunto, ¿a caso no era esto el satanismo filosófico y el thelema?
Como no podía ser de otra forma, aquello también tuvo continuidad en términos musicales y de popularidad. En 2014 la banda de toda su vida publicó un disco sin parangón en su trayectoria, para servidor impresionante en todos los sentidos, y Behemoth se convirtieron inmediatamente en una de las formaciones de metal extremo más exitosas del planeta cuando antes ni siquiera habían pasado de la segunda fila. Muchos veían a un payaso, incluso a un traidor, pero lo cierto es que yo observaba a un hombre con una inteligencia bastante por encima de la media, riéndose de todos y de todo, y lo más importante: a un agitador, a un activista que ha luchado como pocos por la libertad de expresión en, no lo olvidemos, una democracia escuálida que cada vez se asemeja más a una semi dictadura ultracatólica desde que los hermanos Kaczyński llegaran al poder en 2005.
El indiscutible líder del grupo tenía claro que jamás podría volver a replicar aquella magia de la que ya vivirían para siempre, y por eso se sacó de la chistera un I Loved You At Your Darkest más rockero y orquestal, que visto desde la distancia se ha convertido en uno de los álbumes más flojos de su carrera. Ahora, con Opvs Contra Natvram, Behemoth vuelven con su fórmula contemporánea bien aprendida, ésa que incluye pasajes negros y ambientales, pero también blackened death a raudales con mayor o menor acierto.
‘Post-God Nirvana’ se postula como la próxima apertura de sus shows. Es como una marcha apocalíptica que te hace centrar los cinco sentidos en lo que está por venir en cuanto Nergal abre esa bocaza. El ataque de la breve ‘Malaria Vvlgata’ es esperable, por lo que me gustaría destacar cómo se ha respetado el bajo de Orion en ella. Da gusto oírle así dentro de una producción en la que han estado involucrados nombres propios como Joe Barresi, Daniel Bergstrand o Bob Ludwig.
Coros hímnicos para una ‘The Deathless Sun’ que, siendo el tercer corte, no se sale del guión. Llegados a este punto hay que aplaudir el trabajo de Inferno a la batería, unas labores extenuantes y excelentes que prosiguen en una ‘Ov My Herculean Exile’ absolutamente Behemoth, aunque realzada y bruñida hasta convertirse en uno de los mejores momentos de Opvs Contra Natvram. Vamos muy bien con ‘Neo-Spartacvs’, sorprendente también con ese Orion construyendo las bases para que el cantante suelte su lírica. Menudo solo se casca Nergal, sembrado en este apartado desde hace ya varias obras.
Furia cuidada y controlada en ‘Disinheritance’, para entrar luego en un tramo final de álbum dubitativo. Más allá de esas voces dobladas y su acelerón, poco más ha despertado mi interés en ‘Off To War!’. Tampoco considero que ‘Once Upon A Pale Horse’ logre su objetivo con ese medio tiempo entrecortado y rockero. Casi que te dan ganas de que pase rapidito para que ‘Thy Becoming Eternal’, sin ser perfecta, realce el disco con sus disonancias, dinamismo y un sinfín de coros y voces demoníacas.
‘Versvs Christvs’ concluye a piano, y a lo grande, un disco de canciones cortas que van al grano, con nuevas ideas pero sin excesivos riesgos, que no ha escatimado en gastos, pero contando con la virtud de no abusar de la producción ni saturar. Cualquier cosa que pueda surgir de una garganta ha sido aquí enfatizada y mimada. Otros diez temas que van a permitir a Behemoth reinar unos cuantos años más.
PAU NAVARRA