En los últimos años, Biffy Clyro parecían haber perdido un poco de fuelle. Su anterior álbum, Ellipsis (2016), sin ser para nada un mal disco, le faltaba algo de profundidad, el MTV Unplugged (2018), pese a ser satisfactorio, no dejaba de ser una propuesta sin riesgo, y la banda sonora que publicaron el año pasado, Balance, Not Symmetry, pasó tan desapercibida que muchos no llegaron a descubrir algunas de las buenas canciones que escondía.

No voy a decir que con su nuevo álbum el trío escocés fuera a jugarse su futuro, porque su carrera ya está demasiada consolidada como para no poder superar un tropiezo, o dos, pero es evidente que era importante para mantener su reputación de banda prácticamente infalible. Pues bien, me alegra poder decir que con A Celebration Of Endings han superado el reto. Algunas veces he llegado a preguntarme si habrá un día que a Simon Neil, que al fin y al cabo es el motor creativo de la máquina, se le terminen las ideas, pero basta escuchar el primer tema, ‘North Of No South’, para comprobar que para nada.

El tema se inicia con el típico punteo de guitarra Biffy, para dar paso a un riff contundente, pero a los 48 segundos cambia totalmente su orientación para situarnos en un registro mucho más suave y melódico, adornado por unos coros espléndidos, antes de volver a subir de intensidad en el estribillo.

‘The Champ’ es incluso más ambicioso, con arreglos de piano y cuerda, un toque Queen, y una gran melodía que se te quedará grabada en la cabeza y volverá a ti cuando menos te lo esperes. ‘Weird Leisure’, con su ritmo al trote, ese pre-estribillo con Ben Johnston jugando con las baquetas, un estribillo épico, y Neil poniendo a prueba la elasticidad de las cuerdas de su guitarra, consigue que te vayas sintiendo cada vez más atrapado en su mundo.

‘Tiny Indoor Fireworks’ es ese momento power pop que no puede faltar en ninguno de sus discos. Tres minutos exultantes, pegadizos a más no poder, con un estribillo por el que Dave Grohl mataría. En contraste, con ‘Worst Type Possible’ vuelven a su faceta más raruna. «Los tiempos están cambiando, mi amor, y todo el mundo lo sabe» canta Simon en un tema en el que vuelven a jugar con diferentes intensidades con maestría. Al igual que más adelante, en las energéticas ‘End Of’ y ‘The Pink Limit’, reencontrarse con estos Biffy enrevesados, sincopados, y más viscerales, provocará que sus fans más antiguos dibujen una sonrisa en su cara.

Entre medio encontramos ‘Space’, una preciosa balada en la que sacan su vena romántica con versos como «¿Me esperarás? ¿Me esperarás? Siempre hay un espacio en mi corazón para ti», y que no me extrañaría que lo petase en las listas británicas como en su día consiguió ‘Many Of Horror’. Es junto a la acústica ‘Opaque’, los únicos momentos en los que James y Ben dan un paso atrás para que su compañero brille.

En el contexto del disco el single ‘Instant History’ no suena tan extraño como pudiera parecer como cuando lo escuchamos por primera vez en febrero. Aunque también parece exagerado que hubiera gente que se escandalizara por esa línea de sintetizador en el estribillo. Y en todo caso, cuando escuchen el último tema, ‘Cop Syrup’, verán lo ridículo que es acusar a esta banda de ‘venderse’. En sus seis minutos, transitamos de una sección de grunge a un pasaje acústico digno de un disco de prog de los 70 en la que una orquesta va añadiendo capas hasta volver a un final rabioso en el que Simon se despide gritando «Fuck everybody!!».

Quien les haya seguido desde que publicaron su debut Blackened Sky en 2002 sabe que hay muchos Biffy Clyro, y aquí están todos. Disfrutémoslos.

JORDI MEYA