No son Birds In Row una banda a la que le vayan las prisas. Entre su debut You Me & The Violence y el segundo, We Already Lost The World, transcurrieron seis años, y entre ese y este Gris Klein, cuatro más. Pero si producción es escasa en cantidad, es todo lo contrario en cuanto a cualidad.
En su tercer trabajo, los franceses vuelan más alto que nunca, superando los márgenes del screamo e incluyendo nuevas influencias más cercanas al rock alternativo y el post punk. Es un proceso que ya se intuía en su anterior trabajo y que tiene pinta de que no terminará aquí. Aunque su ambición comercial no haya cambiado, está claro que artísticamente hay una voluntad aperturista. No puede ser casualidad que en sus nuevas fotos promocionales, por fin se hayan decidido mostrar sus rostros; eso sí, desenfocados.
Si alguna vez tes has preguntado cómo sonarían Viva Belgrado cantando en inglés, no tienes más que escuchar el primer tema ‘Water Wings’, que ya habían lanzado como adelanto, para descubrirlo. Un arranque formidable que marca el camino hacia puntuales incursiones más melódicas. Entre los arrebatos de furia que les son propios como ‘Daltonians’, ‘Cathedrals’ o ‘Nympheas’, en los que casi puedes ver cómo les sangran los dedos, destacan ‘Noah’, que consigue crear un clima de tensión e inquietud con apenas dos notas de guitarra que va tensándose durante más de seis minutos, y ‘Trompe l’oeil’, con un inicio con dos estrofas con una guitarra limpia y la voz natural de B. antes de sumirse de nuevo en un caos ruidista.
Si bien sus nuevas canciones invitan a que más gente se acerque a ellos -aunque para nada están hechas para todos los públicos- sus elaboradas letras siguen mirando hacia dentro, con especial atención al tormento de la depresión, y, sobre todo, la incomprensión que suscita incluso en tu círculo más cercano. «Hay una carretera que nos lleva a la oscuridad. Tiene un ritmo con el que nadie puede hacer palmas», canta B. en ‘Noah’, y en ‘Trompe l’oeil’, “La mayoría del tiempo me siento solo cuando estoy con mis amigos». Aunque también hay gritos de rabia contra la opresión cada vez mayor que el sistema inflige contra los ciudadanos.
Con el confinamiento como marco invisible en el que fue creado, Gris Klein es un álbum que pese a la desesperación que desprende, acaba confiando en el amor como única salida, despidiéndose con el grito, «Si el mundo está demasiado enfermo, lo veremos morir cogidos de la mano en una secesión de colores». Aquí está la nuestra por si quieren agarrarse.
JORDI MEYA