Dentro de un panorama en el que el concepto “álbum” ha perdido gran parte del peso que poseía antaño, resulta casi inverosímil pensar que los grupos todavía sigan considerándolos como posibles puntos de inflexión que puedan llegar a determinar el rumbo de sus trayectorias. Para Blues Pills ese momento crucial llega ahora con su cuarto trabajo de estudio.

Quien haya seguido de cerca cada uno de sus pasos no le debería pillar con el pie cambiado que finalmente hayan terminado desmarcándose con un disco más accesible. Después de impresionar con su debut homónimo de 2014, su segundo esfuerzo, Lady In Gold, dejó entrever ciertos coqueteos con fórmulas que les podían acercar a todo tipo de públicos.

Bien es cierto que el anterior Holly Molly! les sirvió para reivindicarse cuando algunos auguraban lo peor tras la salida de Dorian Sorriaux. Al final quedó demostrado que el guitarrista francés tampoco tenía tanto peso compositivo en el seno de la banda, ya que el timón siempre lo habían llevado la cantante Elin Larsson y el entonces bajista Zach Anderson, ahora responsable de las seis cuerdas.

Así pues, su camino les ha conducido hasta este Birthday que nos ocupa en el que salen a por todas dispuestos a dar un puñetazo sobre la mesa en el aspecto comercial. Aun manteniendo parte de su esencia, etiquetas como “revival” o “retro” deberían empezar a desaparecer a la hora de referirnos a la nueva obra de los suecos, pues casi podríamos estar hablando de un disco de pop rock. Lo cual no significa que por ello sea necesariamente malo.

Sin ir más lejos, es ‘Birthday’ la que comienza golpeando con insistencia desafiante, del mismo modo que una ‘Bad Choices’ de aires funkys por los que Elin se mueve comodísima en su registro más exultante. Pero ojo porque pronto empezará a asomar esa vertiente radio friendly que comentábamos. ‘Don’t You Love It’ (con guiño incluido en la letra a los 13th Floor Elevators de Roky Erickson) vendría a ser un sencillo ganador, poseedor de un coro descaradamente pegadizo que entra solo y a la primera. Por otra parte, en ‘Top Of The Sky’ encontramos todo un baladón digno de Adele que la vocalista dedica a su primer retoño (Larsson estuvo embarazada durante el proceso de grabación), convirtiéndola en otra de las grandes apuestas del disco.

Esa intención clara de ir al hueso se aprecia en detalles como que ninguno de los once cortes llegue a rebasar la barrera de los 4 minutos en busca de la máxima concreción. O que incluso cuando recurren a herramientas que les resultan familiares, caso de blues pantanoso de ‘Shadows’ o la rockera ‘Piggyback Ride’, lo hagan desde una producción moderna y actual, huyendo del sonido vintage. Habrá quien se rasgue las vestiduras, pero al menos debería encontrar refugio en la fuerza que desprenden ‘Holding Me Back’, ‘Somebody Better’, o la exquisitez gospeliana de ‘I Don’t Wanna Get Back On That Horse Again’ con Elin siendo la protagonista absoluta al tiempo que expulsa sus demonios internos.

Es de esperar que Birthday termine por provocar que muchos de lo que añoran la magia de aquella lejana primera entrega abandonen definitivamente el barco. Puedo entenderlo en parte, pero si hubiera tenido que imaginarme a Blues Pills intentando colarse en el mainstream, seguramente no hubiera confiado en que la jugada les saliera tan bien.

GONZALO PUEBLA