Da la casualidad que en este otoño vamos a ver a un buen puñado de bandas nacionales afrontar su revalida tras varios años esperando la prolongación de sus respectivos debuts. Pienso en nombres tan en alza como Ella La Rabia, Le Mur o, el caso que hoy nos ocupa, Bones Of Minerva.
Aunque desde que publicaron Blue Mountains la carrera de estas chicas salidas de la sierra madrileña cogió una velocidad de crucero, lo cierto es que ya han pasado cinco años de aquello. En ese tiempo han visto como se agotaba una primera edición autoeditada siendo posteriormente relanzada, recibían la llamada de los principales festivales del país o llevaban su directo por el extranjero al tiempo que la atención de los medios y el público que siempre está atento a lo que se cuece bajo el radar iba en aumento.
Era evidente que la expectación por comprobar que podían ofrecer en un segundo largo era muy grande. Más aún cuando una escudería de fiabilidad contrastada como Aloud ha decidido incorporarlas a su plantilla. Pero lejos de verse perjudicadas por el hype, Bones Of Minerva han sabido utilizar esta larga tregua a su favor para dar con una versión más compacta y definida de sí mismas.
Para empezar, parte de culpa la tiene Alex Cappa. Si en Blue Mountains la producción se quedaba algo coja por momentos, con Embers ya les tiene más que cogida la medida en los Metropol Studios. De allí han salido con una obra que corrige puntos débiles y aumenta los fuertes que se podían apreciar en su ópera prima. Así es como ya desde el inicio de ‘Forest’ suenan amenazadoras mientras ponen la maquinaria en funcionamiento y Blue comienza a lanzar esos cánticos oníricos tan suyos. Un corte de bienvenida que va subiendo a la par que deja por el camino varios detalles en lo instrumental.
Y es que el crecimiento en todos los aspectos es realmente notable. ‘Swamp’ aporta músculo de nuevo con Blue combinando melodías imposibles con un gutural de los que duelen de verdad. Que en ‘Dream’ rocen cotas de agresividad altamente satisfactorias tampoco es impedimento para que muestren su pericia a la hora de resolver el puente de forma magistral. O que ‘Claws’, cuya entrada en tromba recuerda a Gojira (unas de sus formaciones de cabecera), se vaya reconduciendo hacia terrenos melódicos, al igual que en ‘Flood’ donde contrastan pasajes limpios con registros más fieros. En todo momento Bones Of Minerva fluyen con naturalidad bajo sus propias reglas.
Entre las grandes sorpresas, encontramos la inclusión del castellano en ‘Cuna’ (alternando estrofas en inglés), cuyo break previo a la recta final es uno de los momentazos del álbum. Como también lo es ‘Fuego’. Cantada íntegramente en nuestra lengua, además de exhibir todas sus cualidades (Blue se sale una vez más aquí), muestra que si en el futuro deciden cambiar por completo de idioma será todo un acierto.
Aunque por mucho que destaque la labor de su vocalista, el resto de la formación no se queda atrás. Ruth, Chloé y Nerea también dan un paso al frente cuando se trata de abrir nuevos caminos, caso de la progresiva ‘Merula’. Aquí vemos como han tomado buena nota de las lecciones de Tool, pero lejos de replicarlas sin más, saben cómo darles su propio toque. De igual modo se atreven con una instrumental en ‘Silence’, basada en una guitarra limpia que se va tornando en oscuridad, dando una pausa necesaria. Para rematar, en ‘Hands’ se dejan llevar por la épica logrando un estribillo de los que te irán atrapando con el paso de las escuchas, pues Embers es un trabajo agradecido para quién decida revisitarlo a menudo.
Bones Of Minerva ya no son esas chicas que nos pillaron por sorpresa hace unos años. A pesar de su juventud, ahora la experiencia juega a su favor sabedoras del terreno que pisan, logrando desarrollar el potencial que antes solo dejaban intuir. Están sobradamente preparadas para todo lo bueno que, sin duda, les va a llegar.
GONZALO PUEBLA