Siempre me hizo gracia la anécdota que cuenta el cabreo que agarró Dave Mustaine cuando se enteró que su guitarrista, Marty Friedman, decidió tomar clases de guitarra de Brian Setzer. Cada uno en su estilo son dos monstruos, pero el ex de Megadeth entendió que además de técnica, el tipo del tupé iba sobrado de talento y conocimientos de mil estilos que Friedman deseaba incorporar a su estilo.
Lo cierto es que a nuestro hombre nunca le interesó destacar como guitarrista. A pesar de que su destreza estaba más que demostrada, el siempre prefirió llevar el viejo sonido del clásico rock’n’roll un paso más allá, utilizando su guitarra como arma principal para ello.
Ya fuera con Stray Cats, en solitario o con su orquesta, su talento estaba al servicio de ahondar en las raíces del rock’n’roll, del swing o del ryhtmn & blues a base de componer canciones superlativas o revisitar incunables siempre impregnando su tremenda personalidad. Ahora, después de más de cuarenta años de carrera, hemos de decir que pocas veces ha fallado.
Su nuevo disco no sorprende lo más mínimo, Setzer se siente a gusto y seguro moviéndose en un terreno que conoce a la perfección y como él mismo reconoce: “Mi misión no es experimentar, es componer el mejor material posible”. Y ahí se muestra tan fiable y contundente, que incluso nos produce sorpresa que pueda completar un disco tan sólido como este. Quizás alguno se lo tome como un sacrilegio, pero después de docenas de escuchas, incluso nos parece más completo, variado e inspirado que el también mágnifico 40, el trabajo que nos trajo el retorno de Stray Cats.
Un vistazo a la portada donde nos encontramos la tatuada espalda de nuestro protagonista y luego… la explosión con dos pepinazos marca de la casa como ‘Rock Boys Rock’ y el tema titular ‘The Devil Always Collect’. No podemos evitar esbozar una sonrisa de satisfacción, la guitarra de Setzer sigue en llamas y el sonido es tremendamente trepidante, casi sucio y primitivo, justo lo que necesitan esos dos zarpazos de puro rockabilly. Lo que viene a continuación mantiene el nivel, ‘Girl On The Billboard’ suena fantástica con esas guitarras fronterizas y ese tono tan melódico que Setzer entona, para contarnos la historia de esa chica sonriente que enamora al protagonista con tan solo una mirada. Un sencillo cuento de carretera a ritmo del más clásico y puro rock’n’roll.
La velocidad baja un tanto con ‘The Living Dead’, una preciosa tonada con cadencia blues, aroma a jazz nocturno y unos acordes de surf deliciosos con un solo de belleza descomunal. ‘Black Leather Jacket’ en cambio nos descoloca por completo. Sin apartarse un ápice de su característica personalidad, Setzer nos sorprende con un corte tremendamente pegadizo. Esas abrumadoras guitarras dobladas, llamadme loco, pero se acercan sin complejos a los terrenos de los Thin Lizzy más “comerciales” y el texto es precioso, explicando como el protagonista pasa una noche de amor inolvidable. Es ese, un oasis entre más flamígeras muestras de rawk’n’roll como ‘What´ll Be Baby Doll’, de sensual soul rock como ‘She´s Got A Lot… Soul!’ o delicias como ‘One Particular Chick’ que podría estar en cualquier trabajo clásico de los Gatos Callejeros.
Hay agoreros que le echan en cara que siempre escribe sobre los mismos temas sin salirse un centímetro de su estilo. Y lo dicen como si fuera un demerito. Setzer nunca te va a sorprender, pero su talento es precisamente saber ofrecer con una calidad incuestionable lo que esperas de él que no es otra cosa que grandes canciones. En mi opinión, es estos tiempos donde todo el mundo parece enfadado y desesperanzado, es una bendición que uno de tus referentes, siga contando historias de los buenos momentos que han pasado y están por pasar, de la importancia de vivir la vida de la mejor manera posible conservando ese punto de desafío y rebelión.
Nunca deberíamos perder ese espíritu juvenil de ir contra todo sin perder la jovialidad del que cree que todavía se puede disfrutar sin cortapisas. Setzer te recuerda todo eso al ritmo del mejor rock’n’roll que se pueda escuchar ¿Hay algo mejor? Un artista imprescindible que nunca defrauda.
ANDRÉS MARTÍNEZ
