A estas alturas supongo que ya nadie espera que Bring Me The Horizon vuelvan a ser aquella banda de metalcore que fueron en sus inicios. Pero, aun así, hay quien sigue disfrutando escupiendo bilis cada vez que la banda de Sheffield hace un nuevo movimiento.
Lo cojonudo es que, probablemente, los mismos haters que ya les criticaban en la época de Suicide Season por su pinta de niñatos flequilleros son los que se siguen rasgando las vestiduras por su evolución musical. Pero si alguna habilidad ha demostrado el grupo es la de seguir su camino sin importarles el qué dirán. Es más, incluso diría que han sabido cómo utilizarlo a su favor, porque su sexto trabajo viene a confirmar que Bring Me The Horizon son ahora mejores como banda de pop de lo que serían como banda de metal.
Si eres de los que su anterior That’s The Spirit ya se le atragantó, no hace falta ni que te molestes en escucharlo, pero, si por el contrario, su incursión en el pop y la electrónica te dejó satisfecho, auguro que vas a disfrutarlo un montón. Pese a que el primer tema ‘I Apologise If You Feel Something’, que actúa casi más como intro, y otros como ‘Nihilist Blues’, ‘Medicine’ o ‘Mother Tongue’ -rozando a Justin Bieber-, o interludios, totalmente electrónicos, como ‘Ouch’ o ‘Fresh Bruises’ dan una idea de que Oli Sykes y compañía han ido todavía más lejos en su transformación, hay otros donde nos recuerdan que todavía son capaces de sacarle provecho a las guitarras.
‘Mantra’ -¿podemos hablar ya de un clásico de la banda?-, ‘Wonderful Life’ (con un sorprendente final con vientos en el último estribillo), la potente ‘Sugar Honey Ice & Tea’ o la irónica ‘Heavy Metal’ (“So I keep picking petals / All I wanna know is / Do you love me any more?‘Cause some kid on the ‘gram said he used to be a fan, but this shit ain’t heavy metal”, canta Sykes) enlazan perfectamente con lo ofrecido en That’s The Spirit. Aunque quizá dos de los mejores cortes son ‘Why You Gotta Kick Me When I’m Down’ e ‘In The Dark’ donde crean una especie de híbrido entre electrónica oscura, trap y rock que suena totalmente fresco.
Que en un mismo álbum puedan convivir Dani Filth de Cradle Of Filth, Grimes y Rahzel de The Roots exhibe una amplitud de miras que ninguna otra banda de la escena de la que surgieron ha tenido, o, lo que es peor, se haya atrevido a tener. Pero por encima de estilos, fusiones, colaboraciones o trucos de producción, lo mejor de amo es que está lleno de grandes canciones. Y contra eso, no hay prejuicios que valgan.
JORDI MEYA