Los días 21 y 22 de septiembre de 1979 Bruce Springsteen & The E Street Band fueron invitados a participar en dos de los cinco conciertos organizados por Musicians United for Safe Energy (M.U.S.E.), un grupo activista en contra del uso de energía nuclear, en el Madison Square Garden de Nueva York. Aunque por el escenario pasaron artistas tan populares en ese momento como Tom Petty, Jackson Browne, Bonnie Raitt, Crosby, Still & Nash o The Doobie Brothers, ninguno pudo hacer sombra a la fuerza arrolladora de Bruce y sus compinches.
Tres canciones de su set -‘The River’, ‘Thunder Road’ y la explosiva versión de ‘Quarter To Three’ de Gary US Bond- formaron parte de la película documental que se estrenó en 1980 sobre estos conciertos, pero han tenido que pasar 42 años para poder ver el resto del set (el audio de ambas noches sí se había editado a través de su web en 2019), de ahí la mística que ha rodeado estas actuaciones durante décadas y la justificación del algo pomposo adjetivo ‘legendary’ en su título.
Nos encontramos a un Springsteen pletórico (cumplió 30 años en la medianoche del segundo concierto) y a una banda con ganas de comerse el mundo. Acostumbrados a ofrecer conciertos maratonianos, los músicos concentraron la misma energía en apenas una hora y media. Desde que arrancan directamente con ‘Prove It All Night’, sin la intro alargada que habían incorporado en la gira de 1978, hasta el final con una versión de ‘Rave On’ de Buddy Holly es como ver a unos leones que acaban de ser liberados de su jaula.
Resulta casi agotador ver como Bruce no para ni un segundo de bailar, saltar y correr por el escenario junto a Clarence Clemons. Y en los únicos momentos con un poco de pausa como ‘Jungleland’ y de la entonces inédita ‘The River’ es tal la intensidad de las interpretaciones que difícilmente piensas que se esté tomando un respiro. Especialmente eléctricas son ‘Badlands’, ‘Rosalita (Come Out Tonight)’, ‘Thunder Road’, una frenética (incluso demasiado) ‘Born To Run’, y ese popurrí de rock’n’roll conocido como ‘Detroit Medley’. Así se forja una leyenda.
Supongo que por las limitaciones de trabajar con un material original tan viejuno, el único punto negativo es que el vídeo se haya construido a partir de imágenes de las dos noches, provocando discontinuidad entre algunos segmentos por el cambio de vestuario (se nota lo poco que le importaba a Springsteen que le estuvieran filmando para la posteridad), y la sincronización en el audio no es todo lo perfecta que debería en algunos momentos. Pecata minuta al lado de lo divertida y emocionante que resulta la experiencia.
Aunque, sinceramente, lo peor es ese inevitable sabor agridulce de saber que nunca podrás verle en semejante estado de forma. Una extraña sensación de nostalgia de algo que ni siquiera has vivido.
JORDI MEYA