Brutus empezaron a trabajar en su tercer álbum de estudio con una premisa casi imposible de alcanzar. «Queríamos que cada canción se sintiera como si fuera la última que íbamos escribir en nuestras vidas», explicaron. Y lo increíble es que lo han conseguido.
Unison Life es simplemente un disco perfecto, en el que, efectivamente, cada canción supura esa desesperación, urgencia e intensidad que buscaban, pero que a la vez es capaz de elevarte el espíritu con una belleza inherente a la pasión con la que este trío de músicos ataca sus instrumentos. Como nos contaron en nuestra entrevista de portada de este mes, la pandemia les permitió poder componer y refinar los nuevos temas en su local de ensayo sin ninguna prisa, ni fecha de entrega, y aunque los temas te explotan en los oídos con total precisión, sorprendentemente también lo hacen con toda la frescura de si fuera la primera vez que los interpretan.
La química entre la cantante/batería Stefanie Mannaerts, el guitarrista Stijn Vanhoegaerden y el bajista Peter Mulders es indiscutible. Cada uno complementa a los otros dos, al mismo tiempo que libera el espacio necesario para que todos puedan brillar individualmente. Puedes hacer el ejercicio de centrar la atención en cada instrumento y flipar, no por virtuosismo, sino porque sentirás que cada nota está ahí por algo. Aunque por encima de todo lo que destaca es el conjunto con un sonido expansivo que da la sensación de poder llegar al infinito.
Dicho esto, merece la pena destacar la admirable triple labor de Mannaerts, capaz de arrearle como el que más con sus baquetas a la vez que cantar escupiendo trocitos de su corazón en cada verso. En su voz encontrarás trazas de Dolores O’Riordan, PJ Harvey, Caro de Oarthnreaker e incluso Björk en algunas inflexiones, pero en ningún momento cae en el histrionismo, sino que transmite naturalidad, furia y emoción. Sus letras, tampoco necesitan palabras grandilocuentes para plasmar el agobio existencial y la lucha interior que cualquiera puede sentir en los días oscuros.
Si globalmente podemos seguir encuadrando su música dentro de esa etiqueta tan difusa que es el post hardcore, en Unison Life los belgas han acentuado más las influencias del post rock y el shoegaze en las texturas de guitarra, y del pop en el componente melódico. Sin renunciar a nada (cuando le meten caña, le meten de verdad, caso de ‘Dust’, ‘Chainlife’ o ‘Desert Life’), Brutus también han sido capaces de crear algunas canciones más fáciles de asimilar, sonando en ‘Dreamlife’ o ‘What Have We Done’ como una especie de Cranberries enfundados en camisetas de Russian Circles. Pero es inútil destacar las virtudes de una canción por encima de otra, porque puedes elegir cualquiera de las diez al azar y encontrarás todo lo que necesitas para dejar lo que estés haciendo y querer escuchar el resto.
Unison Life no es solo una obra excelente, sino también la prueba de que no importa dónde vivas (Leuven nos es precisamente el epicentro mundial de la música), ni tampoco los medios de los que dispongas, para poder crear algo épico, universal, y profundamente humano.
JORDI MEYA