Antes de escuchar un disco nuevo de Buckcherry me gusta recordar que a finales del siglo XX parecía que iban a salvar el rock. No es exagerado lo que digo, en resaca grunge y cénit del nu metal, su álbum debut, su más que digna secuela y su exitoso fin de trilogía pusieron muy cachondos a los que aún teníamos esperanzas en la polla redentora de Axl Rose.
Años después, tras discos intrascendentes, múltiples cambios de formación y conciertos para cumplir expediente, nos dimos cuenta que Josh Todd ni era tan farlopero, ni era tan follaca como iba pregonando, ni Buckcherry iban a salvar al rock de nada. Y aquí estamos, 2021. Una banda que no ha parado de currar, de grabar y de girar nos entrega un nuevo disco, y algunos, en 2021 aún creemos (poco) en ellos.
‘54321’ da el adrenalítico pistoletazo de salida, tema marca de la casa donde el fraseo de Todd nos recuerda a Timebomb, álbum donde más se acercaron al punk rock.
En ‘So Hott’ se huelen las ganas de volver a hacer un himno para fraternidades alphabetagamma que tan bien les salío con ‘Crazy Bitch’. Pese al acertado riff de corte Aerosmith (no será la primera vez que aparezcan), ni la letra cerda ni el rollo sleazy nos resultan creíbles a día de hoy. El tema que da título al disco, es posiblemente el más inspirado, con un trabajo de guitarras muy ACDC o The Cult etapa Electric, si hacemos caso a Josh Todd que cita a Ian Astbury como su principal influencia.
A partir de aquí, en Hellbound encontramos temas influenciados por los Aerosmith noventeros como ‘Gun’ y ‘Junk’, esta última cargada de clichés; baladas y medio tiempos entre lo infumable y lo intrascendente, y ‘No More Lies’, un tema en concreto que no hubiera firnado ni el Lenny Kravitz más petardo. Una canción que no desentonaría en aquel trabajo en solitario que lanzara Josh Todd en 2003 y que, esperemos, esté enterrado en un desierto junto al videojuego ET de Atari.
Buckcherry tienen nuevo disco, lo que les garantizará varias fechas y festivales, probablemente teloneando a Axl en alguna ocasión, o no. Mucha mecha y poca pólvora.
LLUÍS PUEBLA