A cualquiera que haya pasado por la pérdida de un ser querido le habrán soltado frases del tipo «el tiempo lo cura todo» o «la vida sigue». Y aunque en el momento quien las dice puede tener la mejor de las intenciones, la realidad es que para quien las recibe incluso pueden ser molestas.
Porque el dolor que uno siente es proporcional al amor que sentía por quien ya no está ahí, y pensar que en algún momento ese dolor desaparecerá es casi como admitir que también lo hará el afecto que te ataba a esa persona. Pero no es cierto; el mejor homenaje que se puede hacer a los muertos es seguir viviendo. Y eso han hecho Bullitt.
Naturalmente, hacerlo no es fácil y requiere su tiempo, y por eso han sido necesarios ocho años desde que un cáncer se llevara al bajista Ferran Bonet para que la banda de Sant Feliu de Guíxols haya recuperado el ánimo, las fuerzas y la ilusión por volver a ponerse en marcha. Lo que quizá no imaginábamos es que fueran capaces de volver con su álbum más redondo.
En B Major, Bullitt vuelven a situarse en ese punto de encuentro entre el rock alternativo, el punk rock y el power pop. Con influencias de bandas como Foo Fighters, Jimmy Eat World o Fountains Of Wayne, las melodías surfean por encima de las guitarras distorsionadas (pero sin pasarse), punteos de lo más pegadizos, y una impetuosa sección rítmica para dar forma a canciones que te atrapan de primeras como ‘Step In The Real’ o ‘Echoes’, pero que siguen creciendo a medida que más las escuchas.
Perfectamente equilibrado, el disco te lleva en volandas alternando la intensidad y diferentes estados de ánimo desde la melancolía de ‘The Conflict’ a la reafirmación vitalista de ‘Fix Me’ ante excitación de volver al local de ensayo, al desenfreno más grungy de ‘Avalanche’, pero sobre todo transmitiendo serenidad. Y quizá el tiempo no lo cura todo, pero música como la de Bullitt ayuda a llevarlo mejor.
JORDI MEYA