Hace exactamente nueve años, cuando Burzum publicó el excelente Fallen, me puse en contacto con la distribuidora Plastic Head y acordé con ellos una entrevista con Varg Vikernes. Más de 30 preguntas que nunca respondió porque, imagino, enseguida vio que no se trataba del típico masaje nacionalsocialista que suelen brindarle desde otros puntos de la decadente Europa.
De esa caterva de gusanos mononeuronales que le aplauden sus paparruchas odinistas me he acordado escuchando Thulêan Mysteries, su nueva e insufrible patillada. Está muy bien llevar un estilo de vida autosuficiente, pero de vez en cuando hay que llenar la neverita con comida de verdad y ahí es donde entra toda esa legión de fracasados onanistas que han sido evacuados desde el ano más putrefacto de la sociedad de consumo. Súper soldados blancos que juegan a rol, que manda cojones…
El exyoutuber, que es más listo que el hambre, quiere seguir riéndose de sus seguidores y que su circo racial le siga colmando el ego una década más, y a eso es a lo que suena exactamente Thulêan Mysteries: a una broma criminal que ni el Joker idearía, a una serie de ensayos e improvisaciones desdibujadas que evidencian que, finalmente, Burzum se ha convertido en ese aborrecible hilo musical más propio de la sala de espera de un dentista. Esa inmundicia que te hace reflexionar acerca de qué te matará antes, si el dolor de muelas o el rascatripas auditivo.
Es complicado aguantar la carcajada en numerosos cortes, casi todos erigidos bajo una enclenque y cutre producción opuesta a la espiritualidad, pero en este doble álbum también hay material salvable, que recuerda a sus mejores momentos alejados del metal extremo, como ‘The Dream Land’, ‘The Lord Of The Dwarves’, ‘A Forgotten Realm’ o la reciclada ‘Skin Traveller’. A veces, cuando abre la boca, se la cerrarías de una patada, pero no se puede negar que ‘Thulêan Sorcery’, por ejemplo, gana enteros gracias a ese recurso. En cambio, el coñazo ‘The Password’ hace que desees con fuerza que el coronavirus te saque de en medio de una vez.
Si en algún momento de vuestra vida habéis presenciado cómo un niño practica al piano, ‘The Loss Of Thulê’ o ‘A Thulêan Perspective’ os resultarán muy familiares. ¿¡Es un puto pato lo que suena en ‘The Ruins Of Dwarfmount’!? Varg, haz black metal o pide cama en un geriátrico. Deberías esconderte indefinidamente como ese troll de agua de la portada.
Con la de sensacional ambient, dark ambient, neofolk y dungeon synth que se factura actualmente, no perdáis ni un segundo con este excremento nórdico.
PAU NAVARRA