Antes de que Nickelback se convirtieran en la banda que todo el mundo ama odiar, Bush ya habían ocupado ese lugar unos años antes. Su debut Sixteen Stones, publicado en diciembre de 1994, tuvo un éxito tan monumental como inesperado, vendiendo más de seis millones de copias sólo en Estados Unidos. ¿Cómo era posible que una banda británica que ofrecía una versión comercializada del grunge ganara por goleada jugando en campo contrario?

La respuesta seguramente esté en que 25 años más tarde, singles como ‘Everything Zen’, ‘Little Things’ o ‘Glycerine’ han aguantado más que bien el paso del tiempo. La banda liderada por Gavin Rossdale no lograría conseguir nunca más otro pelotazo igual, pero contra todo pronóstico no sólo ha logrado sobrevivir hasta ahora -incluida una ruptura entre 2002 y 2010- sino que parece que se ha ganado ese respeto que nunca tuvo, incluso a pesar de que durante un tiempo su líder fuera más conocido por su matrimonio y divorcio de Gwen Stefani, o por aparecer como jurado en The Voice que por su música.

The Kingdom, cuarto álbum desde su vuelta y octavo en total, es también el primer trabajo en el que Rossdale es el único miembro original que queda, tras la salida del batería Robin Goodridge el año pasado. No es que esto marque una diferencia sustancial, porque al fin y al cabo él siempre ha sido el capitán, pero sí sorprende que estemos ante uno de sus discos más contundentes y ‘de banda’. Está claro que en Chris Traynor –guitarrista que han pasado por bandas como Helmet, Orange 9mm y Rival Schools- ha encontrado a un socio perfecto y, en cierto modo, Bush suena ahora más cercanos a esos grupos -con su propio toque comercial, claro- que de Nirvana o Pearl Jam.

Salvo un par de momentos puntuales, como ‘Undone’ o ‘Falling Away’, las canciones están dominadas por las guitarras con riffs dinámicos, efectos interesantes, y hasta algún deje nu metalero, y esas melodías de Rossdale, entre la angustia y la calma, con su característica voz raspada. Quizá sea una señal de lo mal que está actualmente el rock orientado al mainstream, pero temas como ‘Flowers On A Grave’, ‘Bullet Holes’, ‘The Kingdom’, ‘Blood River’ o ‘Send In The Clowns’ me han parecido hasta excitantes.

DAVID GARCELL