Sombras de guerra vuelven a recorrer la Corona. Desde Zaragoza, los cuatro caballeros que conforman Calyx empuñan sus espadas para reclamar lo que es suyo. En sus escudos, dos únicos blasones: el del black metal y el de los Vientos Arcaicos.
En fila india desfilan con sus negros corceles durante la intro inicial de su ópera prima, para luego empezar a blandir sus armas en ‘La Venganza De Las Brujas’. Es black antiguo que no pretende volatilizar al oyente en plan Marduk, sino más bien introducirlo en viejas historias medievales por mediación de riffs melódicos en la onda Dissection y mucho clasicismo. Su castellano destila cuero, cerveza, cinturones de balas y J’hayber, y puede que ese detalle sea el que acabe por convertir estas canciones en algo irresistible.
Mucho más afilada y maléfica se nos aparece ‘Asedio Infernal’, de nuevo llena de detalles para que levantemos el puño con orgullo, mientras que ‘La Sima’ podría sonar en El Señor De Las Bestias o Conan El Bárbaro y a nadie le sorprendería. Más heavy ya no se puede. Los diestros dedos que erigen ‘Bajo El Firmamento Nocturno’ acaban por confirmar lo que imaginábamos: como si hubieran estado encarcelados en alguna húmeda mazmorra, estos chicos no han tenido contacto con ningún disco que no haya sumado ya, como mínimo, dos décadas.
‘Vientos Arcaicos’ empieza a preparar el terreno para una recta final de álbum excelente, coronada por las redondísimas ‘Bosque Muerto’ y ‘Loarre’. Ésta última, un perfecto trallazo que hace honor a tan fabuloso castillo, cuya visita recomiendo encarecidamente, por cierto.
Las influencias de Calyx son muchas y variadas, pero siempre vetustas. Desde Desaster pasando por Bathory o los primeros Satyricon, muchos son los combos con los que se les puede emparentar, pero la verdad es que a quien más me han recordado es a Sacrificio, aunque con un punto más de heavy metal y épica.
PAU NAVARRA