Por mucho que su estética sea gótica y en algunos de sus discos haya coqueteado con el metal y la electrónica, en las tripas de la música de Chelsea Wolfe siempre ha estado el folk. Su colección de canciones Unknown Room de 2012, ya dejó claro que con su voz y una guitarra acústica se bastaba para llegarte al corazón, y en Birth Of Violence ha optado por volvernos a ofrecernos su versión más desnuda, aunque con una mayor preocupación por la creación de atmósferas que en aquél.
Compuesto y grabado en la soledad de su casa en el norte de California, Birth Of Violence es una invitación a entrar en su mundo más íntimo y personal. La suave cadencia de las canciones nos sitúa en ese plano entre el sueño y la vigilia en el que realidad y fantasía se entremezclan; un poco como en las películas de David Lynch. Así encontramos referencias autobiográficas como ‘Deranged For Rock & Roll’ o ‘Highway’, junto a poemas ácidos como ‘Dirt Universe’ o reflexiones sobre temas más sociales como las matanzas en las escuelas en ‘Little Grave’.
Con la ayuda de Ben Chisholm en la producción y colaboraciones puntuales de Jess Gowrie a la batería y Ezra Buchla a la viola, Wolfe ha conseguido unir la tradición del folk con ambientes más contemporáneos, con su sugerente voz siempre en primer plano. El gemido que adorna ‘When Anger Turns To Honey’ tanto podría ser el canto de una sirena como el de un animal herido.
Es un sonido gélido, pero orgánico. Hermoso, pero temible. Un bello paisaje nevado en blanco y negro con una mancha de sangre de rojo intenso.
JORDI MEYA