Todavía recuerdo el momento en el que descubrí a Church Of The Cosmic Skull. Fue gracias a su confirmación para la edición de 2019 del Kristonfest y tanto por su música como por su imagen consiguieron ganarse rápidamente mi atención.
El combo de Nottingham se presentaba como una especie de secta espiritual cuyo fin era propagar su pasión por la ciencia, el arte y el libre pensamiento como si de la Ciencología se tratara. Al gimmick había que sumarle una propuesta que aunaba progresivo, hard rock y melodías AOR («Put the ABBA in the Sabbath», como les gusta decir a ellos), convirtiéndoles en una formación cuanto menos curiosa de seguir la pista. A menor escala, eran algo así como la versión ‘blanqueada’ de Ghost.
Pero llegados a su cuarto álbum, la banda liderada por Brother Bill parece estar condenada a seguir manteniéndose como un secreto a descubrir incluso dentro de una escena tan de nicho como a la que pertenecen. Y mucho me temo que la culpa es exclusivamente suya. Porque si bien sus dos primeros trabajos, Is Satan Real? y Science Fiction, acompañaban su mundo de fantasía con buenas canciones, éstas cuestan cada vez más de encontrar en sus últimas entregas.
En There Is No Time vemos a una Iglesia carente de la magia que antes les hacia tan especiales. ‘Seven Rays Of Colour’ y ‘Pleading To The Cosmic Mother’ abren la lata desplegando todas sus armas con las guitarras y teclados bien presentes. Pero sin ser malos temas, se echa en falta algo de chispa. Probablemente que sus melodías corales no acaben de lucir por culpa de una mezcla un tanto embarullada tenga algo que ver.
En la parte central es dónde más síntomas de agotamiento podemos apreciar. ‘One More Step’ pretende resultar hipnótica mediante una melodía repetitiva, pero termina sonando plana y aburrida. Lo mismo ocurre con la psicodélica ‘Valleys And Hills Part I – Peel Away The Layers’ y su continuación ‘Valleys And Hills Part II – Pure Illumination’. Mientras la primera se queda girando sobre sí misma cual peonza sin acabar de avanzar en ninguna dirección, la segunda falla en el intento de sostenerse sobre un riff que acaba haciéndose monótono. Hubiera estado bien meter algún giro que rompiese la dinámica.
Algo mejor fluyen ‘Now’s The Time’, con el violín reclamando parte de protagonismo, y la amenazante ‘Last Words Of A Dying God’ con un buen solo de tapping. Confirman esta tímida remontada con ‘We Lost It Somewhere’, donde consiguen sacar a flote todos sus recursos, esta vez sí, con acierto. Lástima que ya no les quede tiempo para mucho más.
Tal vez sea que el efecto sorpresa se haya evaporado y ya no impacten tanto como hace unos años, pero Church Of The Cosmic Skull guardan suficiente calidad como para ofrecer algo mejor que esto. De ellos depende el ponerse las pilas si todavía quieren que atraer más adeptos a su noble causa.
GONZALO PUEBLA