Pocas bandas más merecedoras de la medalla ‘de culto’ se me ocurren que Cirith Ungol. Incomprendidos todavía hoy, aunque reclutando permanentemente a más devotos desde las catacumbas más trues del heavy metal, los californianos resucitaron hace justo un lustro y, tras un single suelto y un directo, ha acabado ocurriendo lo impensable: Elric de Melniboné ha vuelto a desenvainar su temible espada y aquí tenemos, 29 años después, un nuevo álbum de Cirith Ungol.
Sepultado entre una producción profunda, cavernosa y oxidada –cualquier otra cosa no hubiera tenido ningún sentido- y contando con Jarvis Leatherby de Night Demon para el bajo, los de Ventura nos entregan un quinto disco con toda la pausa que les caracteriza, y que te necesita involucrado, como también cualquier otro trabajo de su trayectoria. Los años no pasan en balde y Tim Baker, pese a seguir siendo absolutamente reconocible al micro, ha perdido algo de ese aguijonazo tan particular suyo, pero en resumidas cuentas, tras una intro de rigor y ‘Legions Arise’, encontramos muchas razones para estar felices ante este retorno discográfico. Los solos son dignos de su primera época, ‘Stormbringer’ es una delicia de principio a fin y ‘Nightmare’ avanza triunfal con toda esa crujiente oscuridad que puedas esperar de ellos.
En ciertas ocasiones vas a creer que estas canciones han sido recuperadas de una cápsula del tiempo, y un finalazo como ‘Forever Black’ nos insufla toda la épica necesaria para un momento tan especial como éste.
PAU NAVARRA