Como complemento al diario de su gira por Estados Unidos, que Angelus Apatrida nos escribieron en exclusiva, quisimos charlar un poco más con Guillermo Izquierdo para conocer algunos detalles más sobre su experiencia, una vez digerida.

La distancia entre sueño y realidad a menudo es inalcanzable, pero durante el mes de septiembre, Angelus Apartrida -Guillermo Izquierdo (voz, guitarra), David G. Álvarez (guitarra), José J. Izquierdo (bajo) y Víctor Valera (batería)- pudieron reducirla a cero y realizar una gira de 22 fechas por Estados Unidos visitando estados como Tennessee, California, Colorado, Illinois, o Texas, entre otros.

Totalmente conscientes de que su estatus allí no tiene nada que ver con el que gozan en España, pero dispuestos a picar piedra impulsados por toda la ilusión del mundo, los albaceteños volvieron un poco a los orígenes en el que cada concierto se convierte en un reto. Una prueba de fuego que han superado con creces y que esperan repetir el año que viene. Aunque antes tocara reencontrarse con el público de aquí con cuatro fechas que prometen ser todo un éxito, el 20 de enero en Valencia (Rock City), el 21 en Barcelona (Salamandra), el 27 en Madrid (Mon Live) y el 28 en Bilbao, donde tras agotar las entradas en Stage Live se ha trasladado a Santana 27. Puedes conseguir las entradas en su página web.

¿Cómo valorarías a nivel general la gira por Estados Unidos? ¿Ha salido mejor de lo que esperabais, peor…?
GUILLERMO IZQUIERDO «Mi valoración es muy positiva, mucho mejor de lo que esperaba. No es que esperara que fuera a ir mal, pero sí que inevitablemente, más teniendo una edad, tienes tus prejuicios, tus ideas preconcebidas de lo es Estados Unidos, del imperialismo y cosas así. Pero lo primero que nos encontramos, y lo que ha sido la dinámica de toda la gira, ha sido algo completamente diferente a lo que me imaginaba. Me he encontrado un sitio increíble, brutal… Todo es una puta película todos los días. Esa frase de ‘es que es como las pelis’, una vez allí te das cuenta que las pelis no mentían (risas). Sobre todo he estado encantadísimo con la gente. La gente me pareció brutal. No sé si quizá por los americanos que he conocido aquí en Europa, en España y tal, tanto girando o con gente con la que nos llevamos muy guay, pero siempre tenías un poco esa coletilla de ‘guay pero ya sabes son americanos’, son un poco introvertidos o raros. Pero una vez estás allí entiendes que estando en un país como Estados Unidos, en el que tienes tantísimos estímulos de todo tipo a todas horas, llegas a Europa y en según qué países y en según qué ciudades puede resultar el sitio más aburrido del mundo. Nos ha ocurrido a nosotros siendo desde España, donde estás acostumbrado a salir, a la gente, al cachondeo, a las luces, al ruido. Vas a Madrid y es no parar, vas a Barcelona y es no parar. Si quieres salir a las 4 de la mañana tienes dónde ir. Pero imagínate que vienes y te plantas en Viena. Es como super aburrido. Es muy guay, que no se me malinterprete, pero es aburrido. Incluso hemos estado en Rotterdam donde se van a pillar porros y era de lo más aburrido, todo apagado. En cambio en Estados Unidos, ya no solo la gente que venía a vernos, o gente de dentro de la escena, cualquier persona era super amable. En todos lados te abrían la puerta, rednecks, yuppies… Recuerdo un tipo que nos paró en Nashville en el centro, súper trajeado, bajaba de un cochazo, con una sonrisa de oreja nos pregunta, ‘¿Sois una banda de heavy metal?’. Y nos dice ‘Qué guay, a mí me encanta el heavy metal, pero aquí, aunque sea la ciudad de la música y hay mogollón de artistas country, no se ven muchos artistas de heavy metal. Pues bienvenidos a Estados Unidos y que lo paséis de puta madre’. Este tipo de cosas era prácticamente todos los días. Peña de gasolineras, un señor mayor con gorra de Texas… Así que en ese sentido nos ha cambiado muchísimo, muchísimo la imagen que tenía de los americanos».

«Salir del cascarón este que teníamos de estar siempre tocando para salas llenas, en festivales, nos ha ido muy bien» GUILLERMO IZQUIERDO

De hecho me sorprendí al leer vuestro diario, porque por ejemplo hablando con Crim, decían que les habían tratado fatal. Igual es cuestión de suerte…
«Nadie nos ha tratado mal, ni muchísimo menos. En la mayoría de sitios nos han tratado muy guay, en algunos de manera correcta sin más, pero en muchos brutales. Allí es muy difícil que las salas te proporcionen el tema de hospitality, pero luego había que lo hacían muy guay. O al principio te decían que no, pero luego veían la prueba de sonido, y te decían, ‘Que sepáis que todas las birras que queráis son gratis’. Todo el mundo, incluso bandas grandes en Europa, nos decían que habían ido a Estados Unidos y que habían vuelto rotos. Mucha gente de la escena, gente del sello no decía, ‘Id preparados’, pero les decíamos, ‘A ver, que hemos tocado en China’ (risas). Así que muy guay todo. Nos ha hecho volver un poco a los inicios, cuando sales del confort de estar en España, incluso en Europa, de tenerlo todo hecho y que todo el mundo sepa quién eres, a volver a un sitio en el que nadie tiene ni puta idea de quién eres, con todo con todo lo que ello conlleva. Lo único que puedo decir un poco negativo es la furgoneta que llevamos, la Chevrolet, que suena muy guay, pero es horrible pegarte las distancias de 6, 10 horas todos los días. Especialmente José, Juanan y Víctor que iban en la parte de atrás. Pero bueno eso es fácil arreglarlo y la próxima vez pediremos una que por lo menos tenga unos asientos que hayan sido fabricados en este siglo (risas)”.

Incluso yendo todo bien, físicamente ya tiene que ser una prueba de resistencia muy dura. Conducir tantas horas, montar, tocar, desmontar… ¿Hay momentos que el cuerpo o la mente te flojea? De pensar, no sé si voy a ser capaz de dar el show que quiero porque estoy petado.
«Claro, claro. Ha habido días muy muy cansados que no podías dormir más de dos horas como mucho. Una cosa muy buena, que recalcamos varias veces en el diario, es la calidad de las camas. En casi todos lados hemos dormido en moteles, los típicos moteles chungos de las afueras. Pero creo en mi vida he estado en unas camas tan cómodas. Todas eran King size, individuales, con un montón de almohadas. Da igual que fuera un motel tipo Breaking Bad o que fuera un hotel de cuatro estrellas en Sunset Boulevard, todas las camas era brutales. Así que eso ayuda un montón. Sí que es cierto que, como en todas las giras, no siempre tienes el mismo estado de ánimo. No es lo mismo poder terminar un concierto donde has tocado para 150, 200 personas y has vendido 2500 dólares de merch, que un festival, o el Whisky, o en San Francisco, que tocar a lo mejor un martes en Des Moines, en Iowa, que vienen 25 personas. Te acabas de de pegar casi 14 horas de furgo, y de entrada es duro, pero en seguida tienes que cambiar el chip porque ese es el día a día de todas las putas bandas en todo el puto mundo. Salir del cascarón este que teníamos de estar siempre tocando para salas llenas, en festivales, también nos ha venido muy bien para decir, ‘No, no, que el mundo es muy grande y estás volviendo a empezar. Estas 25 personas que han venido aquí a Des Moines a verte a ti, han pagado 20 dólares de entrada para verte’, y se te pasa todo. Al final la adrenalina ayuda un montón. Cuando te ves así cansado física o mentalmente, simplemente el hecho de decir, ‘Tío estamos en Estados Unidos haciendo lo que hace 22 años que queríamos hacer’. ‘Estamos de gira por nuestros propios medios y lo estamos consiguiendo, estamos aquí’. En cualquier momento de bajón enseguida se recuperaba. En la última fecha estás con ganas de volver a casa y descansar, y de ver a tu pareja, pero por otro lado es como que te sientes mejor que nunca y harías otros 30 bolos seguidos. Pero bueno, habrá más giras”.

De hecho, el nombre de la gira era ‘Indoctrinate North America Tour: Part 1’. ¿Ya tenéis apalabrada la segunda?
“Desde el principio la segunda parte iba a ocurrir en febrero y sigue adelante. Nuestro agente allí se iba unos días de vacaciones, pero me dijo que ya lo tenía prácticamente todo confeccionado y cerrado. En un principio se planteó hacerlo todo de golpe, pero luego se decidió hacerlo en dos partes. La próxima se centrará más en la Costa Este, y toda la parte del medio y el medio sureste, Florida, y toda esta parte que son Atlanta,  Virginia, y lo típico de Nueva York, Boston…”.

Ahí las distancias ya son más humanas, de 3, 4 horas…
«Exacto. No sé exactamente lo que tendrá en mente, pero me dijo que había algo muy guay cerrado. No sé si será lo mismo de ir nosotros con teloneros, o si nos meterá en alguna gira, pero de cualquier manera, sigue todo adelante».

¿Pasasteis miedo en algún momento?
«Hubo un par, sobre todo porque llevábamos todo el equipo en la furgo y el remolque. No recuerdo donde era, pero era como un episodio de Breaking Bad. Llegamos a un motel y estaba petado de methheads, como zombies. Acojanaba bastante. Y luego en Fothworth, en las afueras de Dallas, había mogollón de coches chungos, con peña dentro de bandas, saliendo humo de dentro… muy de peli. Nuestra habitación no cerraba, estaba destruida, con cristales rotos… En otras, incluso había sangre en las paredes. Mi hermano y yo ajustamos la puerta con una silla (risas). Hasta nuestro conductor que está muy experimentado y es ex marine, nos dijo que no era seguro que la furgo se quedará allí, y se la llevó a otra parte y durmió allí».

Cuando hablabais con la gente que os venía a ver ¿os contaban cómo os habían descubierto? 
«Había peña que era fans nuestros desde igual hace 12 años o cosas así, desde que sacamos Clockwork sobre todo, de cuando firmamos con Century Media y sacamos el primer disco con ellos. Pero había cosas sorprendentes. Por ejemplo, estar en San Francisco que venga un chaval de 25 años y que te diga, ‘Sois una de mis mayores influencias, os escuché cuando estaba acabando el colegio’. Es como… ‘Sí tío, aquí en la Bay Area, Clockwork es un disco muy apreciado’.  Es muy loco (risas). Mucha gente también nos ha conocido por redes, pero la gran mayoría por el último disco que es cuando hicimos más promo en Estados Unidos. Y también venía gente curiosa simplemente porque era un concierto de metal, o porque iban los colegas. Pero en los bolos donde menos gente venía, todos eran 100% fans de Angelus. La mayoría venían con sus camisetas compradas en la tienda online. Como la llevamos nosotros, ya tenemos visto que fuera de Europa, en Estados Unidos y Canadá es de los países donde más se vende».

Un tema que está muy candentes ahora es el de la subida de los costes. Muchos grupos americanos están cancelando giras en Europa porque desde que cerraron la gira a ahora, todo ha cambiado y los costes se les ha comido el margen de beneficios. En vuestro caso ¿se os ha descuadrado mucho la previsión que teníais?
«Tenemos que acabar de cerrar los números, y la verdad es que teníamos previsión de más ingresos, pero también de muchos más gastos. Pero por ejemplo no contábamos con que fuera tan caro fabricar el merch allí, como tres veces más caro. Nos sorprendió muchísimo. Ha sido caro porque somos una banda profesional, nos dedicamos a ello, y hacerlo todo de manera legal es muy caro y tedioso. Por ejemplo, Watain tuvieron que cancelar por problemas con sus visados. Desde el minuto 1 el objetivo era no perder pasta, y para nosotros eso es un logro. Más teniendo en cuenta que tú eres el cabeza de cartel, y tienes que pagarlo todo, y que hay sitios que tienes un caché, pero otros que vas a taquilla».

¿A cuánto vendíais la camiseta?
«La más sencilla a 30 dólares y luego otras a 40 dólares. Era un precio normal. En algunos sitios nos animaban a ponerlas más caras, pero lo veíamos indecente. En parte ahora entiendes porque muchas bandas ponen los precios tan caros, porque están acostumbrados a que todo sea caro. Pero bueno, creo que el balance saldrá positivo, y por ejemplo los visados que es de lo más caro ya nos sirven para tres años mínimo. Podemos entrar y salir cuando queramos, podemos tocar en festivales, y todo lo que salga».

«Llegamos a un motel y estaba petado de methheads, como zombies. Acojanaba bastante» GUILLERMO IZQUIERDO

Una de las grandes protagonistas del diario de gira eran las cervezas IPA. ¿A cuánto te sale un buen vaso?
«Más barato que aquí en España. Una pinta de artesana igual te costaba 4, 5 dólares. Igual la más cara fue 7 dólares en el Rainbow en Los Angeles. ¡Pero es que estás en el Rainbow! En Albacete fácilmente una pinta te puede costar 8, 9 pavos, y en muchas salas de España te clavan 5 euros por un tercio de Mahou, así que nos sorprendió para bien. Nos flipa la cerveza artesana y queríamos probarlas todas».

Antes hablabas de sentirte en una película, y supongo que una de las imágenes que tenemos es que estás tocando y aparece alguien de la industria que flipa con el grupo y lo lanza al estrellato. ¿Habéis tenido contactos con gente que mueva los hilos por ahí?
«No, muy poquito. En San Francisco sí que nos dijeron que habían estado un par de periodistas muy míticos de allí y que les había encantado. En Los Angeles es donde tendrían que haber pasado cosas, pero coincidimos el día que tocaban Iron Maiden y todo el mundo se fue para allá. Gente de medios, del sello, colegas… con los que habíamos quedado, pero se fueron a Maiden (risas). Pero bueno, el concierto estuvo cojonudo. Saber que estás en ese escenario, en ese camerino, con todo lo que habrá pasado, es eso de película».

A nivel de equipos técnicos, ¿están las salas de allí mejor equipadas que las de aquí?
«Está todo correcto, pero te diría que en Europa y en España estamos un poco por encima. Hemos tocado en garitos donde pensábamos que íbamos porque éramos una banda desconocida, pero llegas y ves que hace nada han tocado Eyehategod o que la siguiente tendrán a Agnostic Front y Sick Of It All. Nosotros llevábamos nuestra propia mesa, pero había sitios donde no tenían cables para conectarla».

Mola saberlo porque luego vienen grupos aquí con según qué exigencias y parece que todo lo de aquí sea una mierda.
«La diferencia está entre las salas de 150 personas y las que pasan giras más tochas. Aquí en Europa, aunque hay de todo, incluso las salas pequeñas tienen buenos equipos. Y también un equipo humano, que es muy importante».

Bueno, para terminar tenéis la cuatro fechas en enero. ¿Cuál ha sido un poco la idea de hacerlas y qué estáis preparando para ellas?
«En principio no íbamos a hacer nada más porque queríamos dejarlo todo listo para el disco nuevo antes de volver en febrero a Estados Unidos. Pero al final con tantos bolos en verano, hemos pospuesto la pre-producción y grabación, y se abrió la puerta a poder despedir este disco aquí en España ya sin restricciones. Pese a que está todo complicado porque está todo muy saturado, hemos conseguido encontrar salas en las cuatro ciudades. Vamos a preparar un setlist muy especial, con un repertorio más extenso de este disco de lo que la gente ha podido ver, y también vamos a rescatar cosas antiguas que hace tiempo que no tocamos. Así que serán las últimas fechas en sala hasta que ya saquemos el nuevo disco y la verdad es que tiene pinta de que se van a petar, porque la venta ha arrancado muy fuerte».

JORDI MEYA