Por motivos laborales ajenos a RockZone tuve constancia de Cognos bastante antes de que su debut pulsara el botón de ignición, aunque luego la cosa no prosperara. No me apena lo más mínimo, porque ¿para qué narices necesitas al Navarra y su agencia si un sello con la solera de Willowtip Records te echa el guante?
Igualmente, es posible que su decisión de permanecer en el anonimato y tampoco revelar su nacionalidad les haya penalizado a la hora de conseguir una mayor atención en su país… Dicho esto, centrémonos en lo que nos ofrece este primer álbum, que es mucho, variado, y rebosante de calidad. Algo muy alejado del excesivo metal de usar y tirar que se factura actualmente.
Cognos, que como entidad musical es ya un concepto en sí mismo, se mueve por un omnipresente estado de contemplación cósmica, entre una ambientación sideral que no te abandona en sus 52 minutos. Intercambiando voces claras con guturales, incluso con alguna inclusión femenina, esta obra se enmarca dentro del death metal progresivo, a veces experimental, aunque esto sólo sea un punto de partida para que todos caminemos sobre un terreno más o menos conocido.
Cimentado en una plena libertad creativa que ya quisiera para sí la cretina de Ayuso, en mi opinión el disco va calentando hasta convertirse en un astro rey a unos cientos de miles de años luz de nuestra maltratada Tierra. Aquí hay reverberaciones de Devin Townsend, Opeth, Gojira, incluso de Obscura, como indican ciertas particularidades que identificarás en ‘Hierarch’, pero también de Vangelis y otros artistas que han conseguido burlar la prisión material para casi alcanzar la divinidad.
Es ahí donde puedo establecer un puente entre Cognos y Survival Is Suicide, la formación de Gavà. De hecho, me encantaría verlos algún día juntos sobre un escenario, pues la posibilidad de encontrarme con dos bandas seguidas que puedan cruzar a Gorguts con Enya o Peter Gabriel se me antoja deliciosa.
Pero no todo en Cognos son viajes astrales y fabulaciones extrasensoriales. El grupo sabe sacar músculo cuando toca, y vaya si han estado machacándose en ‘Cometary’s Waltz’ o ‘Plenary Void’.
La épica nos traspasa en un clímax como ‘Tririzon’, perfectamente rematado por una ‘Monolitheor’ que sabe cerrar el círculo. Seguramente sea en ella cuando nos topemos con ese megalito azabache que ideó Kubrick para abrazar la inmortalidad. Vislumbremos en ese instante que, en 2021, es posible otra odisea del espacio.
PAU NAVARRA
