Un día estaba tirado por casa y nuestro compañero Santa me pasó por WhatsApp el link de YouTube que contenía el streaming completo de Nerve Butcherer. No sé por qué diablos le di al play, pues nunca escucho cartuchos enlatados en este tipo de plataformas, y menos aún vía móvil, pero el hecho es que algo me empujó a hacerlo inmediatamente… Y a partir de ahí, mi cabeza hizo plof. Busqué el disco en mi email, seguro que me había llegado y ante la saturación actual me había pasado por alto… Efectivamente, ahí estaban estos 26 minutos corrosivos.
Es raro, porque cuando acudí a su Facebook ya contaban con mi like, pero no recuerdo en qué momento o bajo los efectos de qué sustancia mi camino se había cruzado con Concrete Winds, la banda resultante de la desbandada de Vorum en 2018. Lo que sí tengo bastante más presente es el tremendo hostión que su segundo álbum me ha pegado cada vez que lo he pinchado desde entonces.
Con Jonatan Johansson también de los recomendables Degial, lo que este dúo perpetra es una avalancha perturbada de urgencia grind (la nota de prensa menciona a Terrorizer), cimientos death, pero también furibunda malicia black. Katharsis, Sadistik Exekution o, siguiendo con la inspiración austral, Bestial Warlust, pueden venirte a la mente cuando te sometes a este castigo.
De todas formas, lo que personalmente ensalzo de los fineses es la sensación de volatilidad, de altísima inestabilidad, que desprenden esta decena de cortes. Con ellos tienes la impresión de que cualquier cosa puede ocurrir a la vuelta de la esquina, como nos pasaba con The Dillinger Escape Plan. Por supuesto hablo de percepciones, que ya sé que andamos justitos de comprensión lectora últimamente… Jamás de coordenadas musicales.
El caso es que el berrido de ‘Nerve Butcherer’ y la posterior paliza a lo Revenge ya son todo un aviso, pero nunca esperas un punkismo tan enfermizo como el de ‘Chromium Jaws’ o ‘Noise Trepanation’, con esas guitarras inmolándose para fundirse entre el puro placer de la autodestrucción, o el triunfal chumba chumba makinero que le imprimen con un par a ‘Dissolvent Baptism’. Establecer un paralelismo entre ellos y Full Of Hell también me parece válido.
Inclemente tromba, ya lo creo, pero Concrete Winds no alcanzan la crueldad psicópata de unos Pissgrave o Tetragrammacide, y eso permite que disfrutemos de todos y cada uno de sus riffs, locuras instrumentales y solos desquiciados. Y del sano headbanging en burradas a tope de power como ‘Industrial Mutilation’, ‘Intravenous Doctrine’ o ‘Paroxystic Flagellator’.
Directo a la zona noble de mi top anual. Cristo ten piedad.
PAU NAVARRA