Por mucho que haya llovido desde sus comienzos, todavía hay quienes siguen ubicando erróneamente a Cordura en algún cajón de sastre estilístico que a día de hoy no les corresponde. Y es que a lo largo de 25 años, los bilbaínos han ido mutando irremediablemente en su evolución.
En este primer cuarto de siglo de existencia han transitado por el post hardcore o el rock de los 90 hasta llegar a la etapa actual, la cual podríamos decir que comenzó en 2015 con El Mal Ya Está Hecho. Con aquel trabajo empezaron a adentrarse por territorios donde el progresivo y la psicodelia iban ganando peso. Sin ir más lejos, en su siguiente intento dieron con uno de los mejores álbumes de su dilatada carrera, un espléndido Ruta Suicida tristemente truncado por la pandemia.
Seis años después, Cordura reaparecen dispuestos a profundizar en esa senda abierta hace una década, pero dándole otra vuelta de tuerca a su propuesta fieles a su espíritu inconformista. Para ello han decidido hacer borrón y cuenta nueva en las labores de producción. Tras tres discos colaborando con Javi Peña y Borja Muro en Beard Studios, en esta ocasión han acudido a Martin L. Guevara (voz y guitarra de Capsula) en Silver Recordings buscando una sonoridad cercana al garage.
Si bien sónicamente este Noche Eterna (séptimo en la cuenta ya) resulta más orgánico que capítulos anteriores, el cuarteto queda lejos de emular a referentes actuales del género como pudieran ser King Gizzard & The Lizard Wizard o Psychedelic Porn Crumpets. Y es que su personalidad es tan firme que por mucho que prueben suerte en nuevas aventuras, siempre acaban sonando a ellos mismos.
Es verdad que desde el arranque de ‘Carpe Noctem’ ya vemos que los teclados van a tener mayor presencia. El paso adelante que ha dado su cantante Anero en esta parcela es sin duda el mayor punto a destacar, pues no solo se limita a seguir con arreglos puntuales a sus compañeros de local y furgoneta, sino que su protagonismo es total a lo largo del todo el tracklist. En los desarrollos de ‘Brecha Temporal’ o ‘Escupir Al Cielo’ juegan un papel crucial a la hora de arropar los intrincados pasajes instrumentales que acometen.
Incluso en una instrumental como ‘Carpe Omnia’ se mantienen en un primerísimo plano. Lo que podría ser un simple interludio para otorgar una tregua al oyente, termina convirtiéndose en un bucle hipnótico haciendo las veces de antesala a la abrupta inmediatez de ‘Aflicción’. Aunque han aprendido a manejar distintas cadencias (la bajada de revoluciones en ‘Noche Polar’ supone una de las piezas más conseguidas del disco), la innegociable intensidad que siempre han llevado a sus espaldas sale a flote con el empuje irrefrenable de ‘Brisa’.
Como de costumbre, se guardan la carta ganadora para el final. ‘De Entre Los Muertos’ podría emparentarse como la prima-hermana de ‘Salto De Fe’ del anterior Ruta Suicida, pues su manera de caminar tan relajada recuerda mucho a aquella. Eso sí, según avanza hacia su conclusión, termina adquiriendo un carácter propio gracias a la danza en comunión de teclas y guitarras abortada con un fade out, haciendo entender que esa melodía podría permanecer eterna en el tiempo y el espacio.
Cuesta colocarlo de primeras dentro de un catálogo que comienza a ser tan extenso como sólido, sin altibajos pronunciados que resaltar. Servidor sigue teniendo en muy alta estima a El Incendio Más Largo Del Mundo y al mencionado Ruta Suicida como sus obras cumbre, pero no descarto que con el transcurso de los meses Noche Eterna acabe completando el podium de Cordura.
GONZALO PUEBLA