Aunque parezca mentira hacía más de cuatro años que no teníamos un disco con nuevas canciones de Crim. Si bien es cierto que 10 Anys Per Veure Una Bona Merda, el álbum con versiones regrabadas y un montón de invitados para celebrar su 10º aniversario, sirvió para mitigar un poco el hambre, se echaba mucho de menos tener material fresco.
Estoy seguro que esas ganas eran compartidas tanto por sus fans como, incluso más, por el propio grupo, pues estas doce canciones estaban en la recámara desde hacía bastante tiempo a la espera de encontrar el momento adecuado para ser liberadas. Y como si fuera un potro desbocado ‘Vaig Sense Mans’ salta de los altavoces para que te reencuentres con todo lo que esperas de ellos: guitarras muy cañeras, la voz desgarrada de Adrià Bertran, una buena melodía, un solo cojonudo por parte de Quim Mas, esos coros gigantes que parecen cantados por un estadio, y una letra inteligente que en este caso denuncian en primera persona la situación de privilegio del «hombre blanco, caucásico ignorante», y termina con de manera inapelable con un «mírame como caigo».
Si en una primera escucha puedes pensar que es más de lo mismo, bastan unas pocas escuchas para que empieces a captar esos detalles que elevan un buen disco a un gran disco. Como si fueran un motor perfectamente engrasado, todas las piezas en Crim -hay que destacar también la labor de Javi Dorado y Marc Anguela en la sección rítmica- funcionan al unísono para que los temas se sucedan uno tras otro con una potencia arrebatadora, sin respiro. Si algo les distingue de otras bandas de punk rock es que tocan con una contundencia más propia de las de metal. Esa influencia se plasma también en riffs y unos punteos más elaborados dentro del estilo sin perder ni un ápice de su espíritu.
A estas alturas se ha convertido en un tópico usar la palabra himno para referirse a sus canciones, pero es que cuesta una mejor manera de describir canciones como ‘Vam Riure Tant’, ‘Cançons De Mort’, una de las mejores que han escrito nunca, la más melódica ‘Sense Tu Estic Molt Bé’, o ‘Ultracentre’ que cierra el álbum de manera brillante dando un bofetón a esa gente que nunca se moja por nada, pero alardea de estar el primero en la trinchera.
De hecho, todo el disco es un reparto de hostias a mano abierta por parte de alguien que se nota que esta cansado de recibirlas. ‘Patrimoni Mundial’ es otro retrato nada alentador sobre la situación de su ciudad, Tarragona, en ‘Revolta Dels Somriures’ denuncian la hipocresía y cobardía de quienes alientan la revolución para luego echarse atrás, y en ‘La Veritat És Perillosa’ cargan contra la represión que ha sufrido algunos artistas que, como ellos, se atreven a denunciar la mierda que nos rodea. «Solo por decir la puta verdad, tu martillo me ha sentenciado», cantan en otro estribillo memorable.
Y puede que sus palabras expresen desengaño y frustración, pero el ímpetu de su música te empuja a pensar todo lo contrario y seguir luchando. Desde luego, un cínico sería incapaz de tocar con la pasión necesaria para que estas ‘canciones de muerte’ te hagan sentir de lo más vivo.
JORDI MEYA