LUGAR: SALA NAZCA (MADRID)
PROMOTOR: HFMN
Aunque de un tiempo a esta parte se ha convertido en algo cada vez más habitual, programar conciertos en salas pequeñas durante el verano sigue siendo en muchas ocasiones una temeridad. Ya se sabe que entre los meses de junio y septiembre todo lo que no sean festivales es jugársela. En el caso de la visita de A Wilhelm Scream a Madrid, era una incógnita saber cómo funcionaría una fecha situada un miércoles de julio previa a un puente y con la resaca del Tsunami Xixón aún acechando.
Nuestros peores augurios se confirmaron en cuanto pisamos la Nazca y comprobamos que apenas una veintena de personas estaban presentes para ver la actuación de Colérico Buda. El veterano trío argentino no se arrugó ante las circunstancias y ejecutó una serie de temas a ratos más punk y otros inclinándose hacía el rock. Formados en Santa Fé en 2007 pero afincados en Madrid desde hace algún tiempo, el paso de Los Pibes Locos por el escenario fue breve, pero dejó agradables impresiones.
De una mejor entrada aunque todavía en formato familiar, aparecieron Nitropollo para empezar a calentar de verdad la noche. El quinteto se está convirtiendo en un habitual a la hora de abrir este tipo de citas y constataron que están más que rodados. Venían con las pilas cargadas tras el fin de semana en Gijón, dejando notar el buen momento en el que se encuentran. Todavía presentando su último En El Borde Del Borde de la temporada anterior, alternaron tanto cortes en inglés (‘We Are Alive’, ‘Untouchable Day’, ‘You’, ‘Antidote’) como en castellano (‘Instinto’, ‘Reflexión’, ‘Lejos’) a una velocidad digna de una contrarreloj del Tour de Francia. Incluso su nuevo guitarrista, nuestro amigo Carlos Romo, se animó a bajar a la pista armando un circle pit a su alrededor redondeando un set vertiginoso.
Habréis escuchado infinidad de veces aquello de que el mejor momento del día para un músico es la hora que dura su concierto. Para A Wilhelm Scream no hay duda de que esa máxima se cumple al 100%. Si no me falla la memoria, la última vez que los de Massachussetts se dejaron caer por la capital fue hace más de una década. Y aunque sí que se les ha podido disfrutar con mayor frecuencia en Barcelona, fue un gustazo comprobar que pocas cosas han cambiado en la formación. La única novedad en sus filas es la del hacha Ben Murray, quién también milita en los metaleros Darkness Everywhere, por lo que su incorporación funciona a las mil maravillas.
Y es que tras tanto tiempo el combo continúa manejando como pocos esa vertiente del hardcore melódico dónde se tolera la pericia propia del metal técnico. Una combinación que aúna lo mejor de dos escuelas aparentemente opuestas, pero que en el fondo no están tan alejadas. Tras las presentaciones protocolarias, nos enchufaron ‘Me vs. Morrissey In The Pretentiousness Contest (The Ladder Match)’, ‘I Wipe My Ass With Showbiz’ y ‘5 To 9’ como entrantes. Iban a semejante ritmo que si pestañeabas, te lo perdías. Apenas llevábamos 5 minutos y Nuno Pereira ya estaba empapado en sudor y exultante con una sonrisa que no le cabía en la cara. Viniendo de unos tipos que llevan toda la vida en la carretera, se agradece ver que su entrega no es para nada fingida, sino que disfrutan como niños de cada segundo.
El repertorio picoteó un poco de aquí y allá, recuperando mucho material antiguo como las memorables ‘Mute Print’, ‘Killing It’ y ‘The Soft Sell’, o acudiendo al más reciente de Lose Your Delusion con ‘GIMMETHESHAKES’ y ‘Be One To No One’. Personalmente, celebré enormemente cuando sonaron cortes de Partycrasher como ‘Boat Builders’, ‘The Last Laugh’ o ‘The Devil Don’t Know’. Cada píldora se enlazaba con la siguiente sin que apenas te dieras cuentas, convirtiéndose en una oportunidad continúa para acercarte al borde de la tarima y agarrar el micro que Nuno no dudaba en prestar a las primeras filas, batirte en el pogo, o recrearte en cada punteo y cambio de ritmo. Interpretar unas canciones así de complejas con semejante precisión relojera es un trabajo de chinos. En cambio, para ellos fue un juego de niños
El último tramo no bajó el listón protagonizado por una soberbia ‘The Horse’, la alegre ‘Figure Eights In My Head’ y ‘The King Is Dead’ como colofón final. No sé hasta que punto estaría planteado de antemano (en el setlist al menos no figuraba), pero ante la insistencia de la afición, volvieron a salir a escena para rematarnos con ‘The Rip’. Imagino que la promotora tal vez no se iría tan contenta con la recaudación (así a ojo contaría con unas 200 personas como mucho), pero noches como esta son las que le alegran a uno el verano.
GONZALO PUEBLA