FECHAS: 29 DE MAYO y 1 DE JUNIO DE 2024
LUGAR: ESTADIO DE LA CARTUJA (SEVILLA)
PROMOTOR: LIVE NATION
Concierto a concierto se van despejando las dudas de lo que la, supuesta, última gira de AC/DC tiene que ofrecer. Y si hay una palabra que defina lo que se pudo ver en los dos conciertos de Sevilla esa sería la de orgullo. Algo que en el fondo no debería de sorprendernos, ya que si algo ha caracterizado la carrera de los australianos, más allá de una estratosférica colecciones de álbumes y canciones sin las cuales la historia del rock no se entendería de la misma manera, es su ética de trabajo.
Puede que los dos supervivientes de la época dorada de la banda, Angus Young y Brian Johnson, estén al borde de su capacidad física, pero ellos mismos serían los primeros en no permitirse subir a un escenario sin estar a la altura de lo que tan magno nombre demanda. Para disfrutar de ellos debemos entender qué son AC/DC a día de hoy. Nos han dado tanto que el mejor consejo es dejar los prejuicios en casa. Cualquier comparación con el pasado carece de sentido. Si aquel junio de 2010, cuando la banda cerraba en Bilbao su ‘Black Ice Tour’, nos hubiesen dicho que 14 años después que estaríamos viendo a unos AC/DC sin Malcom Young, Phil Rudd y Cliff Williams -o dicho de otra manera ese muro rítmico sobre el que se sustentaba todo el poderío de la banda- nos hubiese parecido, en el mejor de los casos, una broma de mal gusto. Pero el tiempo pasa para todos, para nosotros también, y el sentido de resiliencia de la banda ha pasado todas las pruebas posibles. Por ello, si algo ha quedado claro tras lo vivido en el Estadio de La Cartuja es que la banda que vimos, es la mejor versión de lo que pueden ser en 2024. Y eso todavía sigue siendo mucho.
Viendo la respuesta de las 130.000 personas que llenaron las dos noches el estadio de La Cartuja, queda claro que mientras Angus siga dirigiendo el cotarro con la misma autoridad con la que lo ha hecho siempre, todo estará bien. El nombre de la banda y sus canciones ponen el resto. Las dudas podían ser razonables. Ya en el tercer concierto de la gira, los de Sevilla eran el cuarto y quinto si no contamos su concierto el pasado octubre en el Power Trip Festival que sirvió como testeo de si la banda estaba preparada para salir a la carretera, tuvieron que acortar en tres canciones su setlist. También es verdad que Steve Young (guitarra) y las nuevas adquisiciones Matt Laug (batería) y Chris Caney (bajo) no son Malcom, Rudd y Williams pero cumplen de sobras el papel para que se las ha contratado, que Brian Johson, mucho mejor de voz de lo esperado, resopla en más de un momento y que las carreras de lado a lado de Angus se han reducido al mínimo, pero, de nuevo, sacamos la palabra clave: orgullo.
De hecho, para esta gira han reducido al mínimo la grandilocuencia escénica. Más allá de la campaña y lo cañones, no hay ningún gran truco escénico, y que la banda empiece con un tema como ‘If You Want Blood (You’ve Got It)’ puede considerarse una declaración de intenciones: la música es la gran protagonista.
Formalmente las dos noches fueron exactamente iguales. Por no cambiar, ni Angus cambió el color rojo de su traje de colegial y el repertorio fue exactamente el mismo. Una mezcla de algunos de sus singles de este milenio -‘Stiff Upper Lip’, ‘Rock ‘N’ Roll Train’ o ‘Shot In The Dark’, todas ellas celebradas como cualquiera de sus grandes canciones-, algunas delicatesen menos obvias caso de ‘Have A Drink On Me’, ‘Sin City’ o ‘Riff Raff’, (una petición de Axl Rose que se ha quedado en el repertorio) y, como no, esa retahíla de clásicos que nunca pueden fallar, hechas para poner un estadio patas arriba. ‘Thunderstruck’ casi se ha convertido en su tema estrella y, agárrense, cuando la banda encara la parte final esto es lo que suena: ‘You Shook Me All Night Long’, ‘Highway To Hell’, ‘Whole Lotta Rosie’, ‘Let There Be Rock’ -Angus subido a la plataforma haciendo su solo sigue siendo el momento en mayúsculas-, ‘T.N.T.’ y ‘For Those About To Rock’. Sobra cualquier explicación del éxtasis colectivo que esto genera.
Pero, y ahí la magia del factor humano, si sobre el papel todo fue igual, no lo fueron los dos conciertos. En la primera noche la banda cumplió con creces y tiró de oficio como solo ellos pueden hacer, pero la segunda noche la magia se apoderó de todo. Quizás fue el haberse hecho al espacio, que la calor fue algo menos intensa (35 grados marcaba el termómetro cuando salieron la primer noche) y que un sábado noche siempre será un sábado noche, pero todo se puso de cara. Angus y Brian estuvieron más dinámicos y los rictus de Matt Laug y Chris Chaney eran de felicidad plena, de no creerse por momentos que están tocando en AC/DC. Las caras de cada uno de los asistentes también era un poema y muchos de nosotros salimos de allí negándonos a creer que esta tenía que ser la última. Nuestro alma de rock no se puede permitir no poder vivir esto nunca mas en lo que nos quede de vida.
Dudo que haya AC/DC en cinco años, pero visto el estado de la banda en este inicio de gira, esto tiene pinta de poder alargarse un par de años más. Más nos vale aprovechar cada oportunidad, porque el día que no lo tengamos, sí que lo vamos a echar en falta de verdad.
RICHARD ROYUELA