FECHA: 4,5 Y 6 DE DICIEMBRE DE 2020
LUGAR: CASTELL DE MONTJUÏC (BARCELONA)
PROMOTOR: AMFEST/SALA BCN

El AMFEst siempre ha sido una experiencia de extremos. Por ejemplo, en su última edición pudimos disfrutar desde el blackgaze de Deafheaven al folk druida de Falç De Metzinera. Pero no sólo lo es en lo musical. En sólo dos años hemos pasado de sudar en el interior de la Fabra i Coats a pelarnos de frío en el patio de armas del Castell de Montjuïc, un marco precioso para conciertos en verano, pero que en una noche de diciembre sólo es apto para valientes.

Pero si de algo puede sentirse orgullosa la organización es de contar con el apoyo de muchos. Ese sentido de militancia que demostraron los asistentes acudiendo a la cita, pone en valor la credibilidad que se han ganado el festival a lo largo de la última década. Y por eso, pese a todos los condicionantes adversos por la pandemia (cambio de recinto, de fechas, restricciones de aforo, toque de queda…), o la baja a última hora de Viva Belgrado a causa de una operación de riñón de Cándido Gálvez, esta nueva edición debe considerarse todo un éxito.

Tras pasar por el preceptivo control de temperatura, desinfección de manos, el obsequio de una manta de lo más útil, y ser conducidos al asiento asignado, la música tomaba el protagonismo.

VIERNES 6:
Los primeros en subirse al escenario el viernes fueron iou3R, el nuevo proyecto de Juanma Medina y Raül De Los Ríos de (lo:muêso) junto a Karlos Navarro. Pero su música nada tiene que ver con la energía guitarrera de su anterior banda, sino que apuesta por la creación de atmósferas con toques de drone y kraut que te van envolviendo poco a poco. Fue algo así como el prólogo perfecto para ir cogiendo posiciones.

A continuación pudimos ver por primera vez a la donostiarra Sara Zozaya, una cantautora que sabe encontrar la sensibilidad en la oscuridad. Alternando los teclados con la guitarra, y el euskera, el castellano y el inglés, y acompañada de un batería y otro guitarrista, presentó los temas del EP (I), además de un precioso tema nuevo titulado ‘Rosa’. Pese a ese estado de calma tensa en el que te sitúan sus composiciones, acentuado por unas sugerentes visuales, Sara demostró su sentido del humor cuando se disculpó jocosamente por utilizar el autotune en el tema ‘lili’. Perdonada estás.

Foto: Böira (Eric Altimis)

Para terminar la primera jornada, los post rockeros Böira fueron los encargados de sustituir a Viva Belgrado, cinco años después de su primera aparición en el festival. Pese a que el frío debía ser un obstáculo para que los músicos pudieran ejecutar con normalidad, la verdad es que tanto las canciones de su primer álbum, como ‘Allau’ o ‘Volcano’, como las que estrenaron de su próximo disco que verá la luz en 2021, sonaron con vigor y fuerza. En otras circunstancias, hubiéramos dicho que su concierto se hizo corto, pero la verdad es que viendo cómo iba bajando el termómetro se agradeció que fueran al grano.

SÁBADO 7:
La colombiana afincada en Barcelona, Lina Bautista, alias Linalab, nos recibió con sus texturas electrónicas, entre la calma y el ruido, en un ejercicio de experimentación al que benefició que el público pudiera estar sentado para prestar la atención que merecía.

Desde Madrid llegaban Jardín De La Croix con su reciente EP Letargo bajo el brazo. Como si hubieran liberado a cuatro leones de una jaula, el cuarteto salió a por todas y desplegaron toda su munición de ritmos enrevesados, ráfagas de tapping, y melodías cósmicas, subidas y bajadas de intensidad y esas escalas teclados que se unen a la fiesta. Composiciones como ‘Green Architect’ más que canciones, son auténticos universos.

Foto: Obsidian Kingdom (Eric Altimis)

Pese a que el listón había quedado alto, Obsidian Kingdom lo elevaron aún más con la actuación más apabullante de todo el festival. Teniendo en cuenta que desde que publicaran su excelente Meat Machine en septiembre, no habían podido tocar en directo, los barceloneses sorprendieron con un concierto tan bien engrasado y perfectamente hilvanado. Empezando con la irrefutable ‘Meat Star’ y siguiendo con ‘Naked Politics’ y ‘Mr Pan’ de su nuevo trabajo, su post metal industrial, en la que la melodía ha ido ganando peso, sonó con potencia y claridad. No se olvidaron de su primer álbum Mantiis recuperando seguidas ‘Ball-Room’, ‘Cinnamon Balls’ y la más blackie ‘Last Of The Light’, ni tampoco del anterior A Year With No Summer, con la progresiva ‘The Kandinsky Group’ y ‘Black Swan’, en la que salió su ex vocalista y guitarrista Irene Talló, quien también aportó su brillante presencia y voz en ‘Womb Of Fire’. Terminando con la contundencia de ‘The Pump’, la banda dejó claro que una vez el circuito de conciertos vuelva a la normalidad están sobradamente preparados para dejar su huella.

DOMINGO 8:
Pese a que en origen el AMFest había empezado como un festival de música instrumental, en esta última jornada ninguno de los tres grupos lo era. Empezando por el power dúo Murina que nos trasladó a los 90 con temas como ‘Wave The Rain’ o ‘Asphalt Rash’ en los que la voz, bajo y batería eran suficientes para hacer brillar su poderío.

Luego Gyoza demostraron que, aunque sigan pareciendo esos chicos gamberros que se han colado en tu fiesta, suenan ya como algo serio. A medio camino entre los riffs rocosos Queens Of The Stone Age y la chispa de Arctic Monkeys, las canciones de Early Bird animaron a base de bien al personal con guitarrazos, actitud y la combinación de gritos y coros más pop. Para el final dejaron su rabiosa versión de ‘Ruptura’ de Triángulo De Amor Bizarro que provocó una buena ronda de aplausos, quien sabe si porque el cantante y guitarrista Adrià Marva había evitado romperse la crisma subiendo y saltando del andamio lateral.

Foto: Ànteros (Eric Altimis)

El honor de poner el cierre al festival recayó en Ànteros, otros que ya habían pasado hace años por el AMFest. Pero si entonces, la banda todavía estaba a medio hacer, ahora ya está totalmente asentada. Con el añadido extra de un teclista, quien también le dio a los bongos en ‘…El Pasaje’, ofrecieron una gran representación de su flamante segundo largo …Y En Paz La Oscuridad. Apoyados en la robustez de las tres guitarras de Víctor, Rubén y Endika, y la solidez de la base rítmica de Óscar y Mau, el combo pasa del screamo más fiero a intensos pasajes instrumentales y algunas pizcas de épica con total fluidez. Ni si quiera una cuerda rota y un innecesario parón (Víctor, the show must go on) deslució lo más mínimo su puesta de largo.

JORDI MEYA