FECHA: 19/03/2025
LUGAR: SALA RAZZMATAZZ (BARCELONA)
PROMOTOR: BRING THE NOISE
Como pasó recientemente con Napalm Death, hay que felicitar a quién tuviera la idea de confeccionar el cartel de la nueva gira de Architects. Si ya de por sí era atractivo poder escuchar en directo los temas de su nuevo álbum The Sky, The Earth And All In Between, el poder ver a Guilt Trip y Brutus de una tirada era un aliciente añadido por su calidad y variedad; no hay nada peor que encontrarte con esos paquetes en los que los teloneros suenan como copias baratas del grupo principal.
Guilt Trip aportaron una dosis de hardcore ideal para calentar el ambiente. En estos tiempos en los que los estribillos melódicos están al orden del día, da gusto encontrarse a una banda relativamente joven que tira hacia un rollo más old school aportando, eso sí, su grado de frescura. Los riffs crujientes y la zapatilla de ‘Tearing Your Life Away’, ‘Surrounded By Pain’ o ‘Thin Ice’, amén de sus pesados breakdowns, fueron suficientes para que los primeros moshings se pusieran en marcha. El vocalista Jay Valentine escupió sus rimas con la agresividad necesaria y se mostró como un buen maestro de ceremonias en una actuación corta, pero intensa. En el próximo Resurrection Fest, estos mancunianos la pueden liar gorda.

La gran incógnita de la noche era saber cómo reaccionaría el público de Architects a la propuesta de Brutus, dado que su directo requiere algo más de atención y está más pensado como una experiencia sonora que no visual. De por sí, ya su disposición en el escenario, rompe con lo habitual. Pero hay que decir que, aunque no faltaron algunas cotorras molestas, en general, se les respetó bastante. Y eso que el trío belga no hizo concesiones el mismo tipo de bolo que haría por su cuenta. El precioso arpegio de ‘War’ ejecutado por Stijn Vanhoegaerden, con Stefanie Mannaerts cantando con ese timbre tan característico sentada a la batería y las primeras notas de Peter Mulders al bajo fueron la introducción perfecta para dejar claro que proceden de un mundo distinto, pero el posterior subidón también que, cuando quieren pueden, meter caña.
Con la desgarradora ‘Liar’ o la pesadez épica de ‘Brave’ hicieron gala de su explosividad, pero también hubo momentos para su lado más lírico con ‘Miles Away’ o ‘What Have We Done’ en los que Stefanie puede coger algo de aire. Lo iba a necesitar para arremeter el final con ‘Dust’ y ‘Sugar Dragon’ donde golpeó los parches como si le fuera la vida. Los aplausos que se llevaron al final fueron la señal que incluso quienes no les conocían, se rindieron a la evidencia. Ahora toca que se pongan a crear de nuevo para renovar el repertorio la siguiente vez que vuelvan por aquí.

A diferencia de otras bandas de su generación como Bring Me The Horizon o Parkway Drive que ya han dado el salto a tocar en pabellones, al menos en nuestro país, a Architects todavía es posible verles en salas como Razzmatazz (en Madrid tocaron en el Palacio Vistalegre, pero se les quedó grande). Lo cual es una suerte para sus fans, pues la cercanía y el efecto ‘olla a presión’ difícilmente se consiguen en un recinto más grande (como cuando en verano abrieron para Metallica) o en un festival. Bastaba mirar a tu alrededor para ver las caras de absoluta felicidad y devoción cada vez que los de Brighton arrancaban con un nuevo tema, como si fueran conscientes de que tener a la banda a unos pocos metros era un privilegio.

Como era de esperar, Architects centraron el grueso de su repertorio en sus tres últimos discos de estudio, olvidándose por completo de los cinco primeros, lo cual da a entender que no hay en ellos ningún tema que consideren un clásico y que han pasado página a su etapa más técnica. En todo caso es entendible que se decanten hacia temas como ‘When We Were Young’ con la que abrieron, ‘Whiplash’, ‘Deep Fake’, ‘Meteor’, ‘Royal Beggars’, o ‘Curse’ en las que con cada estribillo tienen la fiesta asegurada. Todo ello compensado por temas más cañeros como ‘Brain Dead’ o ‘Blackhole’, en la que Sam Carter, que estuvo a un gran nivel vocal toda la noche, se quedó a gusto con sus guturales durante el poderoso breakdown.

Con el núcleo duro del grupo complementado por el guitarrista Martyn Evans y el teclista y guitarrista Ryan Burnett, y un juego de luces muy cuidado y efectivo, Architects ofrecen un espectáculo impoluto. Incluso demasiado porque poco margen hay para la espontaneidad cuando todo esta perfectamente sincronizado.
Tras el bis con la reciente ‘Seeing Red’ y ‘Animals’, consagrado ya como su mayor hit, la banda se retiró definitivamente del escenario. Un concierto relativamente corto, apenas 70 minutos, quien sabe si provocado por la lesión que se había hecho Sam al caerse durante su actuación en Lille, en Francia, en el inicio de la gira, por intentar preservar su voz o simplemente porque consideran que la capacidad de atención de su público no da para más, pero creo que a la mayoría les hubiese gustado escuchar al menos dos o tres temas más. No deja de sorprenderme que tantos músicos, una vez están en el escenario, no quieran tocar tanto como puedan. Irónico que la canción que usaron como intro fuera ‘Don’t Stop Me Now’ de Queen.

Architects ofrecieron una actuación impecable, pero me quedé con la sensación de que quizá han tocado techo. ¿Qué más pueden hacer para seguir creciendo llegados a este punto de su carrera? ¿Son capaces de grabar un disco que mejor que su último trabajo? ¿O de dar mejores conciertos que este? Muchas bandas matarían por poder estar el resto de sus días haciendo sold-outs en salas de la capacidad de Razzmatazz, pero sospecho que los ingleses siguen aspirando a más. Ojalá que su ambición no se convierta en frustración si no lo consiguen.
JORDI MEYA